LARGA TRANSICIÓN: AVANCES Y REZAGOS EN MÉXICO; ALTERNANCIA EN VILLAHERMOSA

 Escala Crítica/Columna diaria 

*La capital tabasqueña y un gobierno de izquierda, todavía en espera
* Autopsias culturales: Aguilar Camín y el realismo pragmático
* La realidad, vacuna contra el ideal; democracia y dinero
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA ADMINISTRACIÓN de Humberto de los Santos en el municipio de Centro es vista como un periodo de transición para los gobiernos de alternancia en la capital tabasqueña. En el 2012 se rompió formalmente la continuidad de las administraciones surgidas del PRI en esta demarcación, lo mismo que a nivel de gobierno estatal. A estas alturas puede observarse que no hubo transformaciones de fondo en Centro, se argumentará el corto tiempo y la acumulación de rezagos; hay quienes afirman que en realidad el edil saliente siguió los usos y costumbres del priismo.

El que fuera candidato del PRD a la alcaldía, Gerardo Gaudiano –y que casi es un hecho que repetirá en la elección extraordinaria-, llegó a decir que con él (Gaudiano) la capital tabasqueña tendría ahora sí un presidente municipal de izquierda. El PRI prefirió enfocar sus críticas al gobierno estatal, en tanto que para Morena el adversario a vencer era el PRD.
Con la llegada de un gobierno interino encabezado por Francisco Peralta Burelo –ex militante del PRI e integrante de la Agrupación Pino Suárez-, podría decirse que la alcaldía capitalina sigue en ese proceso de transición hacia la alternancia. Habrá que tener en cuenta que  Villahermosa irradia influencia política y económica a todo el estado.  
Tiempo de balances, le decía en mi anterior comentario. Referí una glosa de  publicado en la revista Nexos (Noviembre 2015), por José Woldenberg quien abogaba por revalorar los cambios que en las décadas recientes se han obtenido en materia de democracia, en particular de elecciones. Preferible el gradualismo a una ruptura, nos dice. A reserva de abordar los cambios, avances y retrocesos locales, hoy retomo otro de los ensayos de Nexos en el que Héctor Aguilar Camín ofrece una visión contradictoria del presente mexicano.  
Historiador y periodista, Aguilar Camín desde la dureza del realismo político se atrinchera en el pragmatismo, aunque por momentos hace una disección aguda de los problemas nacionales. Refleja cierto cinismo melancólico, como si extrañara hoy rasgos esenciales de La Frontera Nómada (1977), su extraordinario libro sobre Sonora, los caudillos Obregón y Calles y el monopolio del poder político al terminar la Revolución Mexicana. Sitúa la realidad por encima de cualquier ideal, pues aquélla va por donde le apetece y destruye cualquier análisis. Una apuesta complaciente con la clase política. 
También, como realista pragmático, hace de la democracia un juego que debe jugarse con las reglas de los ganadores, mientras que los perdedores prosperarán sin desesperarse. Gracias por participar. Si México fuese un casino, no habría más que decir.               
 
SATISFACCIÓN GARANTIZADA
  
Aguilar Camín titula su ensayo “Octubre 2015”. Una forma de situarse en el presente, cuna ilustre del pragmatismo político. Su pragmatismo no se anda por las ramas. Nos dice: “Si se atiende a los números, los resultados de México son inferiores a lo prometido por sus reformas, pero no desastrosos, como aparecen ante la mirada pública. La violencia ha descendido considerablemente. La economía crece poco pero no ha dejado de crecer. Las expectativas económicas de expertos y consumidores van a la baja, pero el consumo y el empleo a la alza. El peso se ha devaluado frente al dólar, pero la inflación es la menor en años. El gobierno vive una severa crisis de credibilidad pero ganó con sus aliados la mayoría de la Cámara de Diputados en las últimas elecciones federales. Las reformas estructurales en educación, energía, competencia económica y telecomunicaciones no dan frutos tangibles pero están en la Constitución y han rediseñado las prioridades nacionales”. Para cada problema, un antídoto de realidad. Percepciones que seguramente no comparte la mayoría de los lectores, enfrentados a la realidad dura y pura. 
 
TRANSICIÓN EN TRES PIFIAS 
Aguilar Camín por momentos es filoso en su análisis político. Con brevedad, identifica tres problemas centrales del país: “La transición democrática mexicana tuvo al menos tres consecuencias no buscadas por el diseño original: 1. Gobiernos federales improvisados e inexpertos. 2. Gobiernos locales ricos que no rinden cuentas, ni cobran impuestos. 3. Elecciones que responden más a la lógica de una subasta que a la de una competencia”. Entre improvisados, tlatoanis locales y subastas te veas. 
Y luego, ahora sí, vienen los números de la costosa democracia mexicana: “Gracias a los altos precios del petróleo, entre 2000 y 2015 el presupuesto federal creció 105% en términos reales. Pasó de dos billones 270 mil millones de pesos a cuatro billones 670 mil millones. En esos mismos años las transferencias federales a los estados crecieron de 682 mil millones a un billón 390 mil millones de pesos. Con todo ese dinero los presidentes de la democracia pudieron manejar a su oposición y a sus leales en el Congreso federal, el Congreso federal pudo asignar recursos crecientes a gobiernos de los estados, y éstos capturar la lealtad de sus Congresos locales, que debían servir como sus contrapesos”. ¿La consecuencia? Vital para los políticos: “Hubo dinero de sobra para hacer política. También para financiar a los candidatos de cada partido con el dinero adicional necesario para ganar elecciones, lo cual creó un mercado negro electoral que no ha hecho sino crecer y multiplicarse conforme se multiplican los partidos y sus clientelas. Al dinero oficial que reciben los partidos para que no tomen dinero ni compromisos privados (500 millones de dólares en el año 2015), hay que añadir un mercado de dinero ilegal, que nadie vigila, y sin el cual es prácticamente imposible ser competitivo”. Lo bueno del realismo pragmático de Camín es que por momentos lo olvida. 
 
CEREZA Y PASTEL DE IMPUNIDAD
El México caótico del 2015 tiene una base estructural. El olfato historiador de Camín lo rastrea con números políticos, quizás como contrapunto para atenuar su realismo pragmático: “Entre el año 2000 y el año 2013 hubo 41 gobernadores mexicanos acusados de corrupción en la prensa; únicamente 16 fueron investigados y sólo cuatro detenidos. En los mismos años fueron acusados de corrupción nueve gobernadores estadunidenses; los nueve fueron investigados y los nueve detenidos. La impunidad sólo alimenta la irritación”. Al final hay una vuelta de tuerca en la visión de Camín y su análisis es contradictorio, como contradictorio es el país. Pero sirve para ubicarnos en una perspectiva de lo que han sido estos tiempos.  (vmsamano@yahoo.com.mx)
 
 
            
 
 

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