CAMPAÑAS POLÍTICAS: VERDAD, MENTIRAS, DISCURSO Y HECHOS

 Escala Crítica/Columna diaria

*Los aspirantes y partidos preparan su arsenal de mensajes, nos acribillan
*Normalidad del doble discurso: fenómeno inquietante; escalada de engaños
*Ganchos para el votante y ; se apuesta al olvido de la gente desde el poder  
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LAS CAMPAÑAS con miras al 2018 entran en una nueva etapa. No puede decirse que comienzan porque partidos y aspirantes tienen meses, años, en proselitismo. Ocurre para la Presidencia y para las gubernaturas; en menor medida para las alcaldías. Aunque será hasta octubre del 2017 cuando arranque oficialmente el proceso que llevará a las urnas para el año siguiente, la mayoría de los contendientes están a la vista.

Escucharemos compromisos, discursos, ofertas; habrá campañas y contracampañas. ¿Qué tanto de lo que se diga será convertido en acciones reales? Mucho habrá que no ocupe ni una línea en la propaganda de los aspirantes, pero será una dura realidad cuando gobiernen. Esto ha ocurrido.   Tenemos ejemplos inmediatos. Aunque también hay amenazas que uno quisiera fueran sólo artificios para atraer votos.
Después de la salvaje campaña electoral de Donald Trump, con disparos retóricos ultraconservadores y amenazas varias a la diversidad cultural estadounidense, se observa un viraje radical, por lo menos en apariencia: moderación y corrección política en cada discurso pronunciado. Llamados a la unidad y –lo más curioso- propuestas de campaña que luego resultan inoperantes desde el punto de vista de sus promotores. 
Trump, se comenta, es otro al obtener el poder. Adiós a las bravatas y las propuestas irrazonables. Como en el Póker, el empresario con piel de candidato ocultó sus cartas y exageró para ganar en las urnas, afirman. Con el poder en la mano, ha mudado de piel. Y nadie se sorprende: “es la retórica de una campaña, es normal”, plantean los analistas. Lo hacen incluso políticos de trayectoria, conocedores del funcionamiento gubernamental. “No hay que asombrarse”, y rematan: “es la política y su retórica”. 
Tanta unanimidad es sospechosa. Hay que detenerse en esta ‘normalidad’ y ver si efectivamente resulta normal hasta el punto de lo inamovible. Es preocupante pensar que la política debe prescindir, definitivamente, del factor ético que se mide por la relación entre palabras y hechos, la congruencia entre el ser y el parecer de los actores públicos. 
   
QUIRÓFANO DE LAS PALABRAS
 
UNA PRIMERA impresión, en términos de salud social: es grave lo que ocurre en diversos países al celebrarse contiendas electorales. Por el exceso retórico, por las consignas de la mercadotecnia (marketing), por estrategias de ocultamiento, la verdad sale de vacaciones, las distorsiones campean y la mentira cobra rango de verdad hasta que cumple su propósito: enganchar al ciudadano para retratarse en las urnas.  
A este discurso de doble cara, de reality show, a esta retórica que luego se desecha sin consecuencias públicas, a esta forma que se convierte en fondo, tenemos que oponer reflexiones de fondo y forma. No es cierto que todo dependa del cristal con que se miran las cosas. Hay verificaciones en los hechos que atrapan las mentiras de las palabras. 
La ética, por tanto, no es sólo enunciativa: funciona con hechos que refrendan las palabras. No corresponde la verdad sólo a la construcción de frases (una verdad puramente lógica), sino también –y sobre todo- a la correspondencia de las frases con los hechos.
Por otra parte, hay que distinguir con mucho cuidado entre a) argumentos de campaña que no son mentira y al final se desechan; b) medias verdades que con una rectificación se aclaran, pero que meten ruido en las percepciones y acaso alteran tendencias electorales; c) mentiras gruesas que se hacen pasar por verdades, con la intención voluntariosa de engañar; d) mentiras involuntarias, por insuficiencia de información o información falsa que, sin saberlo el actor público, es tomada por cierta. Aquí, por cierto, no vale apelar a la ignorancia: desconfiemos cuando un político, con acceso a información privilegiada, de pronto dice: “no lo sabía”. Lo vemos en demasiadas ocasiones. No es un error ni una torpeza: es una estrategia.
                
ORIGEN DE LA RETÓRICA 
 
LA RETÓRICA surgió en Grecia y Roma (460 a.c.) para regular disputas por la propiedad, casos judiciales y polémicas en torno a lo justo o lo bello de una acción humana o una obra artística. Se trataba de una argumentación razonada y persuasiva sobre un hecho conocido, con reglas y turnos, con el fin de convencer a los oyentes (jueces, ciudadanos, artistas) sobre un tema/asunto, sin recurrir a la violencia (Roland Barthes: La retórica antigua). Era una deliberación sobre aspectos reales, que dependía en parte de la persuasión y habilidad del orador. La otra parte era definida por los hechos públicos visibles, que también se investigaban y sustentaban. 
Con esta descripción, llegamos a un punto crucial: la retórica política moderna amenaza con prescindir de los hechos públicos visibles. Es decir: se contenta con enunciar mentiras y luego desdecirse. Al fin, dicen, todo se olvida. En una campaña electoral, hay muchos ejemplos, se busca ganar apelando a ciertos argumentos y, una vez obtenido el poder, desecharlos. Hasta los compromisos firmados ante notario.
La retórica antigua no consideró mero accesorio el hecho público, por más subjetivo que fuese (en el arte, por ejemplo). La retórica moderna considera ya desechable la verificación de un discurso público con su realidad circundante. Esta es la tendencia que debe combatirse. Si no lo hacen los políticos, deben hacerlo los ciudadanos. Pero resulta que muchos ciudadanos caen en la trampa de la retórica moderna.
Finalmente, otro punto clave: al institucionalizar la mentira como eje de su funcionamiento teórico y práctico, la mercadotecnia ha hecho resbalar el discurso político. Sutil, el discurso del mercado y para consumidores comenzó en los objetos/productos y se mudó a la casa de la política con resultados nefastos. Se venden productos, no se promueven servidores públicos. Un tema sobre el que hay que volver, porque tiene que ser parte de la formación y el alertamiento ciudadano, crucial para la salud social del siglo XXI. La mentira voluntaria nunca es inocente. El poder  no es inocente, dicen los clásicos.
AL MARGEN
EL SECRETARIO de Economía Ildefonso Guajardo acudió a Villahermosa para la 37 Conferencia Nacional de Mejora Regulatoria. El evento fue inaugurado por el gobernador Arturo Núñez. Eliminar trámites, disminuir ventanillas, acotar burocracias, determinante para combatir la corrupción y el malestar con los servicios. (vmsamano@yahoo.com.mx)
 

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