FIDEL CASTRO: LA COMPLEJIDAD DE LA HISTORIA; DOGMA DESNUDO

 Escala Crítica/Columna diaria

*El joven que soñaba con jugar en las grandes ligas de EEUU
*Una fecha emblemática: 25 de noviembre, de Tuxpan a La Habana
* Cuba, apenas 11 millones de habitantes; un millón en el exilio
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
LA HISTORIA se escribe por caminos impredecibles: un joven cubano, espigado pitcher derecho, soñaba con jugar béisbol en las grandes ligas. Viajó a Estados Unidos y se probó en ligas menores. No funcionó. Regresó a su país. Era Fidel Castro Ruz, que después viajaría a México para preparar algo muy diferente desde el puerto de Tuxpan, Veracruz. De ahí, junto con Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos, zarparon un 25 de noviembre de 1956. Coincidentemente otro 25 de noviembre, pero de 2016, murió el líder de aquella expedición.

El propósito de aquel viaje desde tierras veracruzanas (México) fue derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista con apenas 80 hombres como ejército inicial. Cómo debió lamentar el gobierno de Estados Unidos que Fidel Castro no triunfara en el béisbol de las grandes ligas. 
En El Padrino II de Francis Coppola (1974), parte de la trama se desarrolla en la Habana, justo antes de que los revolucionarios tomen el poder. Michael Corleone/Al Paccino tiene negocios en Cuba y un socio de Miami es su enemigo mortal. Michael observa cómo un guerrillero cubano se inmola al grito de ¡viva Fidel! para  explotar una bomba y diezmar a los soldados de Batista. Su socio dice: “No pasa nada, este movimiento será sofocado”. Michael, pensativo, mira las llamas del bombazo, niega con la cabeza y dice: “Si un hombre está dispuesto a morir por una causa, entonces esa causa es peligrosa”. 
Aunque muchos lo niegan ahora, hubo un tiempo en que Fidel Castro encarnó la causa de justicia social en Latinoamérica. Con el tiempo se le endosó la cancelación de libertades políticas. En esto tiene detractores y defensores. Existen saldos internos y externos. Escribió Eduardo Galeano que la Revolución Cubana “es lo que pudo ser, no lo que quiso ser”. 
Hay quienes sostienen que la historia sería distinta, una Cuba más libre, si el Che Guevara se hubiera quedado como secretario de economía. Pero el Che, que firmaba Che hasta en los billetes cubanos, quiso “otro Vietnam en Bolivia” y encontró su final sin llegar a la vejez.  Antes había probado suerte en El Congo después del fusilamiento del líder nacionalista Patricio Lumumba en aquella larga batalla por la descolonización de África. Fue el reverso de Fidel, que vivió hasta los 90 años y murió de muerte natural, con un pants deportivo que acostumbró vestir en sus últimos 20 años de vida.         
 
POLÉMICA COMO ALIMENTO, 
RESISTENCIA COMO MÉTODO
 
PARA algunos resulta fácil juzgar a Fidel Castro y condenarlo al rincón de los dictadores. Pero no es tan sencillo. El blanco y negro requiere grises. Se trata del político más polémico del siglo XX latinoamericano. Considérese el siguiente punto: la teoría marxista de revolución y lucha de clases pasó a ser estrategia campesina de guerrillas en las manos de Fidel y Mao Tse Tung. Una prolongación del romanticismo revolucionario entre los despojados del planeta o “los condenados de la tierra”, como escribió Franz Fanon. 
Eso detonó luchas de independencia en África, Asia y Latinoamérica. Una vuelta de tuerca de la historia, después de las guerras de independencia del siglo XIX. Fidel y el Che, con el triunfo en Cuba, ante las barbas del duro gigante estadounidense, desataron una furia de libertad en las naciones más pobres del planeta. Una ola de dignidad que cambió el destino de la postguerra y del mundo a mediados del siglo XX: 55 países en ruta revolución. Desde luego, el dogma desnudo apareció en la barba de Fidel, pero hay un atenuante crucial: el bloqueo gringo y los intentos de asesinato (seis, reportadas en tres libros diferentes; los más acuciosos investigadores reportan ¡638 actos fallidos!, la mayoría patrocinados por la CIA de Estados Unidos). 
Es cierto que el poder fue la vocación de Fidel, una vez instalado en el gobierno cubano. El medio siglo, los más de 50 años es un récord que supera a muchos dictadores, y también a regímenes de un solo partido. Camilo Cienfuegos y el Che no vivieron para verlo. Cuentan que lo hubiesen criticado, como le chiflaban en comunicaciones militares rescatadas en grabación por la BBC londinense. Documento singular: Fidel trata de centrar con seriedad a Camilo y el Che en las maniobras militares, pero obtiene silbidos que anticipan la distancia de sus amigos frente al poder, distancia que Fidel no guardó y en cambio acercó a su hermano Raúl. El dogma desnudo se prolonga, aunque Obama ya decretó el fin del bloqueo a Cuba, pero Donald Trump aparece con nuevas amenazas a la isla (y al mundo).    
 
CONTEXTO DEL SEÑALADO
 
COMPRENDER es difícil. Descalificar, no lo es. Muy complejo resulta entender el contexto histórico en el que se movió Fidel Castro para cambiar la historia de Cuba: una historia de sometimiento, casinos y burdeles, de explotación laboral y salvajismo empresarial. Primero fue España la amenaza y el poder tras el gobierno local; luego, Estados Unidos. No fue casual que al triunfo de la Revolución Cubana, la utopía de la izquierda latinoamericana haya mirado hacia el pequeño caimán barbudo.
Fidel, al ser juzgado por el asalto al cuartel Moncada (primer intento de revolución, fallido) respondió: “La historia me absolverá”. También contestó: “José Martí”, cuando le preguntaron por el autor intelectual del asalto. Una audacia verbal fue el sello político de Fidel. Por esa razón verbal pudo entenderse con Gabriel García Márquez y Diego Maradona, dos de sus grandes camaradas e íconos de la cultura latinoamericana, que no recularon ante el fuego de la crítica y los señalamientos dictatoriales contra Fidel. Hubo una ruptura, cierto, a partir de 1971 cuando el llamado Caso Padilla dividió a los intelectuales que en los 60 acompañaron el proceso cubano.
¿Qué hacer con los señalamientos de quienes declararon muertas sus esperanzas en la isla, si cuando se considera la educación, el deporte y la salud de Cuba hablamos de situarlo entre los 15 mejores indicadores mundiales en 6 décadas? No es una sola cara de la moneda, la historia detrás de la barba de Fidel. Hubo un precio muy alto por esos indicadores: la limitación el desarrollo de libertades políticas en Cuba. Habría que preguntar, sin embargo, a otros políticos latinoamericanos, qué hubieran hecho ellos frente a un bloqueo estadounidense. No para justificar lo injustificable, sino para entender  la vena política del fallecido: la rabia del pequeño frente al gigante. 
Cuba, una isla de 11 millones de habitantes; muchos menos que los 16 millones en –por ejemplo- el Estado de México. Otros indicadores. (vmsamano@yahoo.com.mx)
 

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