GASTO PUBLICO Y VIDA PRIVADA: DEMOCRACIA Y TRANSPARENCIA

 Escala Crítica/Columna diaria

* Estados Unidos: gastos oficiales y privados, diferenciados
* México: país de manga ancha, opacidad y discrecionalidad       
* Servicio profesional de carrera: urgente necesidad, postergada
 
 
ES COMO mirar desde la ventana. El libro se llama “La residencia desde dentro: el mundo privado de la Casa Blanca” (2015), de la periodista Kate A. Brower. Es la fuente principal de un artículo escrito por los investigadores Paola Cicero Arenas (ITAM, Universidad de Nueva York) y Saúl López Noriega (CIDE, Centro de Investigación de Desarrollo Económico). 

El sitio virtual dela revista Nexos lo muestra y no tiene desperdicio: “Los gastos de la familia presidencial, el espejo de la Casa Blanca”. Su objetivo: comparar procedimientos y transparencia de gastos en Estados Unidos y México. Ya se imaginará el lector con lo que se puede uno encontrar.
  
SUPERVISIÓN VS DISCRECIONALIDAD  
EN ESTADOS Unidos, la supervisión de gastos de la familia presidencial tiene dos siglos de refinamiento. “De acuerdo con la sección 105 del Código de Estados Unidos vigente, cada año fiscal en el presupuesto federal, el Congreso asigna los recursos necesarios para solventar aspectos como los siguientes: mantenimiento del aire acondicionado, calefacción e iluminación de la Casa Blanca; gastos oficiales de la Oficina de la Casa Blanca; gastos de representación oficial del presidente; gastos de representación oficial de la Oficina Ejecutiva del presidente; y gastos de subsistencia de los servidores públicos durante viajes oficiales que guarden relación con los viajes del presidente”. 
No sorprende que exista un jefe del servicio doméstico en la Casa Blanca, que no depende del Presidente en turno y registra los gastos mensuales de éste y su familia, que deben pagarse como gastos privadas. 
En México, no se conoce supervisión alguna de gastos presidenciales en ese nivel. Se conoce la “partida secreta” de gastos en la era del PRI que no necesitaban comprobación (ramo 26 del gasto federal): 6 mil millones de pesos asignados sin más. Político del salinismo, Luis Téllez fue sorprendido en llamada telefónica describiendo la partida secreta, que sobrevivió a la transición presidencial PRI-PAN, con Vicente Fox repudiándola y luego dándole el sí. 
En el artículo de Nexos se establece que fue necesaria la competencia política (1994-2000) y la creación de instituciones (IFAIP, 2002; INAI, 2006) para preguntar formalmente por gastos en Los Pinos. De hecho, una solicitud denegada por el gobierno federal detonó con mayor fuerza el reportaje de Carmen Aristegui sobre la ‘Casa Blanca’ de Peña Nieto y su esposa. Ante esto, palideció el famoso escándalo de las toallas de Vicente y Marta.    
En supervisión de gasto público estamos en pañales: hasta los viajes de avión del Presidente en Estados Unidos se cotizan con tarifa comercial, si no son actividades oficiales.          
PAGAR DEL PROPIO BOLSILLO
LAS SIGUIENTES historias serían impensables en México. “Sorprendidos por la norma de pagar sus gastos personales, el Presidente Jimmy Carter y su familia llegaron al extremo de ordenar que sus comidas diarias fuesen sobras de las viandas de los eventos sociales de Estado, los cuales sí son parte del presupuesto público.”
“El presidente Gerald Ford se vio en la necesidad de enseñarle a su hija una cuenta de sus fiestas y advertirle: tienes que saber que cuando invitas a tus amigos yo tengo que pagar esto”.  Creyó que lo cargaban a la cuenta de los contribuyentes.
 “Jackie Kennedy, ante las altas cuentas, en buena medida por el excesivo consumo de alcohol de las reuniones privadas de su marido, le pidió al jefe de Servicio Doméstico de la Casa Blanca que administrara este lugar como si se tratara del presidente más pobre en la historia del país”. No al dispendio: el congreso estadounidense ubica los rubros que corresponde pagar a la familia presidencial con sus propios recursos. División de poderes, carteras separadas. 
Y remarcan los investigadores de Nexos: “Vale la pena echarle un ojo al presupuesto del gobierno de Estados Unidos para el año fiscal 2017, el cual establece que la Casa Blanca debe solicitar a cualquier persona, física o moral, organizadora de un evento político en el que participe el presidente, vicepresidente o la primera dama, pagar por adelantado un estimado del costo del evento y mantener una especie de línea de crédito para responder por cualquier eventualidad”. No gastar dinero público de más, es el tema.  Aspectos éticos de la acción gubernamental, con la supervisión como eje. El poder no es botín. En Estados Unidos, “el Congreso empezó gradualmente a definir las reglas del funcionamiento de la residencia oficial, trazando los rubros que le correspondía pagar a la familia presidencial con sus propios recursos”. 
En cambio, el México discrecional está en el artículo 28 del Estado Mayor Presidencial: “…corresponde a la Ayudantía del Presidente de la República proporcionarle el apoyo personal e inmediato para el desarrollo de sus actividades públicas y privadas”. No hay distinción entre público y privado.
En Estados Unidos, “la oficina del jefe del Servicio Doméstico envía periódicamente al presidente y su esposa una cuenta que enumera los gastos personales de la familia presidencial entre los que se incluyen: comida y bebidas (tanto de la residencia oficial como de la casa de descanso en Campo David), artículos y servicios personales (peluquería, manicure, colegiatura), tintorería y el salario de sus empleados personales”. 
Esto simplemente no ocurre en México. Si la democracia es rendición de cuentas, ¿dónde estamos?, en la opacidad consentida por el poder. 
Un debate insistente, como usted seguramente ha escuchado y leído, es el reclamo en relación a las pensiones vitalicias de los ex presidentes. Vicente Fox, Felipe Calderón y Luis Echeverría, son entre los ex mandatarios quienes más cobran en América Latina. Por si fuera poco, las viudas Paloma Cordero, de Miguel de la Madrid, y Shasha Montenegro de José López Portillo, reciben pensiones y prestaciones como beneficiarias de los ex presidentes. 
 
AL MARGEN
DIJO QUE se avecinaba un “choque profundo” en la economía mexicana y anunció que salta del barco. Agustín Carstens, quien siendo secretario de Hacienda de Felipe Calderón en el 2008 pronosticó sólo un “catarrito” para México por la crisis inmobiliaria en Estados Unidos, ahora dejará el Banco de México. Un cargo para el que había sido designado hasta el 2021. Hay quienes siempre estarán a salvo. (vmsamano@yahoo.com.mx)
 

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