LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL Y TRUMP; PARTIDOS, NOMBRES, MÁS ENCUESTAS

 Escala Crítica/Columna diaria

*El factor estadounidense pesará antes y durante las elecciones 
*Sondeos con reservas: después de Trump, AMLO subió
*Complicada la decisión en el PRI y PAN, perredistas en alianza
Víctor M. Sámano Labastida
 
Las recientes encuestas presidenciales fueron publicadas a finales de noviembre por El Financiero y El Universal. Incluyen el factor Trump y su impacto en México. Tal y como han colapsado las encuestas, se sugiere tomar con reservas cualquier tendencia. La realidad ha desmentido a las encuestas, “cuchareadas” o no, inducidas o reducidas. De cualquier manera, no es fácil desecharlas como instrumentos de opinión pública. El paisaje político, sin apelar a dogmas técnicos, requiere mediciones e interpretación de estas  mediciones. 

Hay además otro factor que obliga a mirar con lupa los aciertos y desaciertos de las encuestas (más los segundos que los primeros): todos los partidos y candidatos tienen a los sondeos y estudios demoscópicos como herramientas para resolver sus pugnas internas en la determinación de candidatos. Con las encuestas se quitan de encima la exigencia de la democracia participativa. Un tema que abordaremos en otra ocasión.
 
NÚMEROS CON SABOR TABASQUEÑO
Es interesante que ambas encuestas citadas al principio de este comentario incluyan porcentajes con y sin Trump en la Casa Blanca. Los resultados promediados, sin el factor Trump, son los siguientes: López Obrador y Margarita Zavala aparecen con 29%, y atrás viene Miguel Ángel Osorio Chong con 28%, lo que significa un empate técnico a un año y medio de la contienda. Un dígito atrás, con 12%, aparece Miguel Ángel Mancera. Los cuatro políticos aventajan en sus partidos con holgura, entre 15 y 25 puntos, con la salvedad de que Mancera no está afiliado al PRD.  
Con el factor Trump considerado, quizás por representar una opción de autonomía nacionalista, es significativo cómo López Obrador eleva sus números: saca 8 puntos de ventaja a su más cercana perseguidora, Margarita Zavala. Osorio Chong también baja: a 12 puntos. Y eso que AMLO dijo, cuando ganó Trump: “No pasa nada”. Sí que pasó. En las encuestas presidenciales, por lo menos. 
Finalmente, otro rasgo interesante es que se desdibuja la presencia de  candidatos independientes. Quizás porque no hay candidaturas definidas. El EZLN ha dicho que contenderá con una mujer indígena, anuncio que resultó polémico pero cuyos polvos ya se han disipado.
 
TRAMAS INTERNAS: PAN Y PRI
 
CON EL PRD sujeto con alfileres a Miguel Ángel Mancera (hay corrientes en pugna por esta presencia), y con Morena anclado en López Obrador, PAN y PRI soltaron amarras rumbo al 2018 presidencial. Hay que navegar con turbulencias el 2017 y la política partidista será un capítulo más del arte de la guerra por otros medios, o “La continuación de consejos de Maquiavelo al Príncipe”.
En el PAN hay dos frentes delineados, que lucharán por la nominación: un sorpresivo tándem institucional Ricardo Anaya/Gustavo Madero, contra las ansias independientes de un frente encabezado por Margarita Zavala y el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle. Este segundo grupo puede separarse a la hora de la verdad. Si eso ocurre, el tándem Anaya/Madero llevará las de ganar, aunque Zavala aventaje en las encuestas.  
La franquicia panista se siente fuerte. No es para menos: tuvieron triunfos históricos a nivel estatal en el 2016. Su sello político se revaloró. Por esa razón, panistas distinguidos (Zavala, Moreno Valle en la lista) llamaron a cuentas a Ricardo Anaya y le exigieron una cancha pareja, sin su presencia abrumadora en spots del partido. Anaya respondió con una definición externa: “El enemigo está afuera”. Como round de sombra, lo que discute el PAN son formas democráticas de participación política. 
Lo que sigue: Anaya/Madero pugnarán por una elección tradicional, definida con delegados en convención nacional, mientras que Zavala y Moreno Valle tratarán de abrir el ostión con una consulta abierta al padrón electoral panista y ciudadanos interesados. Habrá estira y afloja por el método de selección del candidato panista. De hecho, ya el PAN estrenó ese sistema de consulta iniciado por la izquierda y ahora negado por la misma.
Mientras tanto, un elogio de Anaya a su antecesor Madero en la dirigencia nacional del blanquiazul, parece la clave de una alianza: “Fue valiente y patriota, con la firma del  Pacto por México”. Se intuye una alianza pragmática, luego de un distanciamiento por la transición en la dirigencia nacional. Madero es un panista que en el apellido lleva el abolengo político, mientras que Anaya es la nueva generación que trabaja con formas agresivas de propaganda e imagen. ¿Qué tipo de alianza pactarán, si sus agendas difieren en el perfil ideológico y generacional? En su momento, habrá que mirar la plataforma político/económica para saber quién se impuso a quién.                     
PRI: LAS MIL Y UNA NOCHES 
 
EL TRICOLOR ha sido una rueda de la fortuna este 2016. Inició con Manlio Fabio Beltrones posicionado en la dirigencia nacional, optimista hacia los comicios del 5 de junio con 12 gubernaturas en juego. Osorio luchaba por no desaparecer, como El Chapo fugado. Videgaray se perdía en el descontrol financiero y Aurelio Nuño quería cobrar ímpetu desde la SEP. Luego de una experiencia exitosa en Colima,  Beltrones empeñó su palabra: anticipó 9 victorias estatales de 12 en juego. Los resultados adversos voltearon el escenario del PRI, más la recaptura del Chapo que resucitó a Osorio. Luego vino el desvanecimiento de Aurelio Nuño enfrentado a la CNTE, más el sube y baja de Videgaray metido a gestor de Peña en los comicios estadounidenses, defenestrado en Hacienda y activado como asesor, gracias al triunfo de Trump. Una telenovela que escribiría Alejandro Dumas: hay autodestrucciones (Manlio) resurrecciones (Osorio y Videgaray)  y eclipses (Nuño) en un año que Peña quisiera -de nuevo- olvidar, aunque el PRI con Enrique Ochoa es dócil. Se espera la contienda por Edomex, mientras reflectores de corrupción no se alejan del tricolor, con todo y repudio a Duarte y el boletinado Yarrington. Y aún hay más.
Por lo pronto, López Obrador hizo otra de sus jugadas propagandísticas sorpresivas que seguramente le redituarán una franja favorable entre los indecisos: afirmó que ante los planes de Donald Trump contra México “me pondría del lado de Peña Nieto, y de quien fuese, para defender al pueblo”, sostuvo. (vmsamano@yahoo.com.mx)
           
 

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