REGRESAN LOS HOMBRES DE LA GUERRA; UNA VUELTA A LA CARRERA ARMAMENTISTA

 Escala Crítica/Columna diaria

Víctor M. Sámano Labastida
* Con la justificación de la inseguridad, se promueve el uso de la violencia
*Rusia y Estados Unidos vuelven a la vieja política del terror de las galaxias
*La política y la economía como desastre “productivo”; la visión de Hawking
 
EN CASI todo el mundo occidental estamos en los festejos previos al nuevo año. El planeta sobrevive un ciclo, aunque en otras culturas es periodo se cumple en fechas diversas. Mientras unos se esfuerzan por construir la paz y la convivencia, otros viven del conflicto; la canadiense Naomi Klein acuñó el concepto de “la doctrina del shock”, o el capitalismo basado en los desastres: unos pocos ganan con la tragedia de muchos. Países como Estados Unidos han recurrido a la industria de la guerra sobre todo en época de crisis. Las catástrofes externas son bonanzas internas para los países dominantes.

Hay que cuidar que el temor y la violencia no justifiquen más violencia. 
Carlos Marx dijo: “la historia se repite, primero como tragedia y luego como comedia”. Un acontecimiento ocurre dos veces, pero cambia diametralmente su sentido. De la seriedad trágica se pasa a la bufonada. Esta idea resulta vigente ahora, con informaciones que apuntan al retorno de la Guerra Fría, ese ajedrez con piezas nucleares y el planeta en riesgo. 
Donald Trump ha dicho “bienvenida la carrera armamentista”, enterado de que EEUU tiene menos poder nuclear que Rusia, pues Vladimir Putin no cumplió acuerdos firmados en la OTAN (Organización del Tratado para el Atlántico Norte) para la desactivación de mil ojivas de alcance intercontinental. Barack Obama, como presidente en funciones, hizo su parte en la disminución de arsenal atómico, pero su contraparte rusa no ejecutó esa misma acción. Esto provocó que Trump diera en público el ‘banderazo de salida’ a la construcción de más armas atómicas.   
El escenario del mundo se coloca en el arranque de una comedia de consecuencias funestas. El riesgo de una conflagración nuclear -que se creía superado- aparece como nube negra en el futuro inmediato, cortesía de políticos torpes que no brillan por su sentido común. Trump y Putin: vaya pares de manos que están sobre los botones detonadores. 
Por increíble que parezca, la guerra fría no es cosa del pasado.   
POLVOS DE AQUELLOS LODOS 
La Guerra Fría se tejió como una puja nuclear entre la URSS y los Estados Unidos, luego de que emergieron los que se dijeron vencedores de la segunda guerra mundial. La distribución del mundo entre las dos potencias encontró en la derrotada Alemania la certificación de un dominio feroz. La división alemana (oriental para los soviéticos, federal para los estadounidenses) con el Muro de Berlín, representó por décadas la metáfora geopolítica del dominio URSS-EEUU.
La escalada nuclear fue un sinsentido de la historia moderna: armarse para garantizar estabilidad y paz. La palabra usada en la carrera armamentista fue disuasión: “construyendo armas de destrucción masiva, te convenceré para no disparar”. “Si ustedes tienen mil misiles, nosotros tenemos otros mil y estamos en paz; si ustedes fabrican otros 500 misiles, necesitamos 500 para tener tranquilidad”. Así, al infinito; pero también alimentando una economía de la destrucción y el miedo.
Luego de una diplomacia laboriosa, años 70s y 80s del siglo XX, comenzaron los desarmes entre la URSS y EEUU. De tener una capacidad para destruir el planeta 50 veces, los dos países bajaron paulatinamente su potencia de fuego y llegaron a 10. Ya puede imaginar: no te destruyo 50 veces, nada más diez. Una insensatez, de cualquier modo. En ésas estaban cuando desapareció la URSS, con el derrumbe del Muro de Berlín en 1989, la Perestroika (liberalización económica) y la Glasnot (liberalización política) de un visionario Mihail Gorvachov en la URSS.
Así pues, un problema que parecía muerto y enterrado (la destrucción del planeta por guerra nuclear entre superpotencias) ha surgido con virulencia, entre los exabruptos de Putin y la capacidad histriónica de Donald Trump. ¿Qué pasará en esta comedia? Con perdón de Marx, esta repetición de la guerra fría puede ser muy trágica. No perdamos de vista que Estados Unidos, con grandes deudas, depende de una economía de guerra. Sumemos al suave Trump y al ladino Putin: el riesgo crece exponencialmente.    
CIENTÍFICO EN PLANETA 
COMO HOYO NEGRO  
En este retorno de la Guerra Fría, no es casualidad que el físico inglés Stephen Hawking haya advertido que “nos encontramos en el momento más peligroso del desarrollo de la humanidad”. Lo dijo en Italia, recuperándose de una intervención quirúrgica: “ahora tenemos la tecnología para destruir el planeta en el que vivimos, pero no hemos desarrollado la capacidad de escapar de él. Quizás dentro de unos cientos de años, hayamos establecido colonias humanas en las estrellas, pero por ahora sólo tenemos un planeta, y tenemos que trabajar en conjunto para protegerlo”. Esta eminencia científica de la Universidad de Cambridge, descubridor de los agujeros negros, valora las posibilidades tecnológicas y ofreció su versión del futuro.  
Confinado a una silla de ruedas, con teclado electrónico que simula su voz, Hawking cuestionó el Brexit británico (no a la Unión Europea) y la llegada de Trump a la Casa Blanca.  Fue claro y directo: “Tenemos que romper, y no erigir, barreras dentro y entre las naciones. Si queremos vivir con dignidad, los líderes mundiales tienen que reconocer que han fracasado y que están fallándole a la mayoría”. De ahí las sorpresas electorales, se entiende. 
Hawking, con gran olfato humanista, ve el sistema económico actual como un lastre: “Con unos recursos cada vez más concentrados en las manos de unos pocos, vamos a tener que aprender a compartir mucho más de lo que lo hacemos en la actualidad”. La pregunta es quién le pone el cascabel al gato económico del sistema. Problema diagnosticado correctamente. Falta la medicina adecuada. 
Hawking identificó prioridades sociales que no aparecen en la Guerra Fría que  reactivan Trump y Putin: “Es comprensible que los votantes estén buscando un nuevo contrato social, pues la gente sólo puede ver cómo mengua, no únicamente su nivel de vida, sino sus posibilidades para ganarse la vida”. Una crisis de valores: el sistema ahoga al individuo convirtiéndolo en consumidor compulsivo; quien no consume queda fuera del circuito. Si no se gana la vida, se va perdiendo el planeta. Es necesario ver el mundo para comprender nuestra aldea. (vmsamano@yahoo.com.mx)                 
 

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *