LA CUESTA DEL 2017, TODO EL AÑO; EL FRÁGIL HILO DE LA ESTABILIDAD

 Escala Crítica/Columna diaria

*El gasolinazo que todos llevamos dentro: economía y privatizaciones        
* Peña en 2015: “No habrá más gasolinazos”; ahora, realidad inflamable
* La política económica, una invitación al abuso y a la rebeldía
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
NOS SIGUEN pegando abajo, cantaba Charly García. México recibe medicina amarga de un jalón, con el aumento de 21% al precio de la gasolina y otros combustibles. Otro golpe a la economía familiar. Las cadenas productivas dependen de combustibles. Las empresas, para producir y mover sus mercancías, necesitan energía y traslados, con distribución terrestre o aérea. El gasolinazo de enero va directo a los bolsillos del consumidor. Lo demás es ilusión y discurso.

Los empresarios harán cuentas, calcularán costos y adaptarán precios mientras “los de atrás” pagan: consumidores que no pueden trasladar costos a ninguna parte. Ahí acaba la cadena productiva que devora bolsillos. Y qué decir de la clase media que tiene automóvil; sus gastos se elevan mientras los salarios no lo hacen en la misma proporción: 21% contra 5%, en las cuentas oficiales.  
Los llamados “gasolinazos” que comenzaron con Felipe Calderón (PAN) fueron aumentos mensuales y de centavos al precio del litro de gasolina. No se detuvo el alza con Enrique Peña (PRI): se deslizó, en una progresión lenta aunque inflacionaria de cualquier modo. Ahora, cuando se había prometido que el deslizamiento evitaría aumentos abruptos, llega de sopetón este 21% con modalidades extrañas, como las 90 zonas económicas para variar el precio del combustible: ¿Quiénes y cómo han fijado los criterios para que un estado, por ejemplo, tenga 3 o 5 tarifas distintas? De entrada, es una invitación al abuso por parte de las franquicias privadas.    
No son rumores nacidos del pesimismo, son hechos constatados: la especulación con las gasolinas ya comenzó con la escasez en el abasto y la fortalecimiento de un mercado negro como lo padecen los habitantes de Guanajuato…un sitio donde hay refinerías.    
Veamos, en esta historia de una inflación anunciada, los errores de fondo y forma que ha cometido el gobierno federal, cuyo lema parece ser: “Gasolinazo dado, ni Carstens lo quita”.  
 
SÓLO PALABRAS HALLARÁS DE TODO 
EL PROBLEMA no es sólo el aumento, sino la forma en que se ha dado. En enero de 2015, con énfasis por la salutación de año nuevo, Peña Nieto prometió que en México no habría más gasolinazos, porque “esa época de incertidumbre y de ataque a la economía familiar ha quedado atrás”. Ahora, apenas 2 años después, vemos que la incertidumbre nos espera con los brazos abiertos.
Desde luego, la palabra del Presidente se devalúa en cada suspiro. Como hace unos días, cuando suscribió las palabras del General Cienfuegos sobre el retiro del ejército para tareas policiales, mientras apuntaba que “todo seguiría igual, por el bien de México”. O sea: el ejército seguirá en las calles, cumpliendo tareas policiales. De tal suerte que ha quedado cual archivo “difícil de creer” el Peña de “te lo firmo y te lo cumplo”, como se promocionó en campañas electorales. Es seguro que su notario avala contradicciones. Peña falla, de a tiro por viaje, en su comunicación social y política.    
Otra falla ha sido la del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien habló del gasolinazo en franco destiempo. Mientras se aproximaba la tormenta, el silencio fue estrategia. Y sólo después de un cabildeo con franquicias que sacarán ventaja de ese aumento, tomó la palabra para decir lo obvio: que México se pone al día con los precios internacionales (cierto, pero no se hace de la manera idónea y nada tiene que ver con los ingresos por el trabajo). Sostuvo que no es un golpe para la economía familiar (falso, hasta ver detenida la inflación), que las empresas no se verán afectadas en sus planes (falso, ya las pequeñas y medianas empresas pegaron el grito al cielo y calculan que podría haber un cierre de hasta 150 mil) y que debemos terminar con el subsidio público a la energía (cierto, pero no a lo brusco, mientras luz y  gas doméstico esperan turno porque también subirán). No se olvide que el subsidio no es culpa de la población empobrecida, sino una necesidad del sistema para que el hilo de la frágil estabilidad no se rompa.
Más allá de las fallas de comunicación están los errores en políticas y acciones concretas, el meollo del asunto. Y si la realidad fuese diferente, quizás el discurso gubernamental tendría otras opciones.           
LAS FRANQUICIAS SE APUNTAN
LA INMINENTE venta libre de gasolina en México arroja ya franquicias ganadoras, de acuerdo a una nota de Jenaro Villamil en Proceso digital (diciembre 29): en México existen 11 mil 431 estaciones de gasolina administradas por un sistema de franquicia. La Comisión Reguladora de Energía (CRE) prevé que para 2017 esta cantidad se duplicará: 23 mil gasolineras/franquicia. ¿Por qué será? Se trata de un negocio redituable, estimulado por el gasolinazo.
Entre las franquicias que le entran al pastel del combustible, se encuentran las cadenas OXXO-Gas (filial de Femsa-CocaCola), Petro-7 (de la cadena Seven-Eleven), la compañía Full Gas que trae al gigante Texaco, la transnacional Gulf y la Compañía Hidrosina. Se ha dicho, desde el gobierno federal, que la liberalización de los precios del combustible traerá beneficios, lo mismo que los surtidores extranjeros que ‘ayudarán’ a Pemex en el mediano plazo. Pero nada garantiza que las ganancias de esas empresas sean ganancias en el bolsillo de los mexicanos. Es la privatización de la economía en acciones. “Neoporfirismo”, ha dicho López Obrador. Por cierto, ahora sus adversarios le dan la razón en los hechos. ¿Recuerda que Morena y PRD intentaron fallidamente promover una consulta popular en materia de energético? La Suprema Corte dijo que no.
En México hemos tenido (y temido) los azotes del capital. La regla: cuando los precios suben, difícilmente bajan. La capacidad estratégica para manejar recursos energéticos nacionales se pierde. Perder o ganar soberanía, el dilema. Aún más, con el empobrecimiento se pierde soberanía; el hambre es enemiga de la libertad, pero combustible para la rebelión. 
AL MARGEN
AGRADEZCO su paciente lectura en este año que concluye. Comparto con usted la convicción de que no basta la noticia en tiempo real, sino en la realidad del tiempo. Mis votos por su bienestar y el de su familia. Como quiso el filósofo: optimismo de la voluntad.  (vmsamano@yahoo.com.mx)                 
 

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