CRISIS, ECHARLE LA CULPA AL VECINO; NUESTRA DEPENDENCIA PREMEDITADA

 Escala Crítica/Columna diaria

*La semana próxima, las protestas regresarán con mayor fuerza
*El petróleo sube, la gasolina sube; el petróleo baja, la gasolina sube
*Dilema para los gobernadores: defender el gasolinazo o perder recursos
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EL PRESIDENTE Enrique Peña Nieto insiste en que no puede dar marcha atrás en el aumento a los precios de las gasolinas. Este incremento previo a la liberación de los precios a partir de marzo próximo provocó una serie de protestas. Se prevé que las manifestaciones serán mayores la semana próxima, cuando concluyen las vacaciones escolares. Los maestros y los estudiantes de educación superior son paja seca cuando hay una chispa. Ahora se le echó gasolina.

Hay actos de vandalismo, de saqueo a comercios, pero lo más importante son las protestas ciudadanas. El presidente Peña Nieto ha ofrecido dos mensajes a la población en los cuales hay por lo menos una contradicción.
Afirmó en el primer mensaje que el aumento a las gasolinas fue una decisión necesaria, porque de lo contrario hubieran sido obligadas otras acciones más dolorosas. En su segundo mensaje sostuvo que los incrementos en realidad vienen del exterior y que nada tiene que ver con la reforma energética y la reforma fiscal. Son resultado –dijo- del aumento en el precio del petróleo.
Para la gente común resulta difícil comprender que los combustibles suban cuando aumenta el precio del petróleo, pero que no disminuyan cuando baja el barril de crudo. Por lo menos no sucedió en enero del 2016 cuando el barril de crudo llegó a menos de 25 dólares, a pesar de que antes llegó a estar a más de cien dólares.
Lo que también resulta difícil negar es la relación entre la reforma energética, la desaparición de Pemex como empresa paraestatal y la liberación de precios en las gasolinas. Una condición básica de la reforma energética fue la cancelación de los subsidios, la entrada de nuevos distribuidores y el ajuste de precios no sólo en la gasolina sino también en la electricidad.
Es lo que la gente siente en los bolsillos y debe obligar a un plan emergente de los gobiernos. Hay que evitar que las medidas económicas se conviertan en una grave crisis. Pero a veces, Los Pinos impiden ver el bosque de la sociedad. 
 
NADA ES CASUAL
 
LO QUE SUCEDE no es un accidente, es resultado de malas decisiones. México ha sido uno de los principales exportadores de petróleo, pero ahora vive una grave crisis por los costos de los combustibles y por la disminución de recursos en el gobierno federal. Actualmente, nuestro país compra al extranjero más de la mitad de la gasolina que requiere para el uso interno. Unos seis de cada diez litros de combustible son procesados fuera del país. 
La producción de gasolinas ha venido decayendo, y las refinerías mexicanas que llegaron a procesar hasta 471 mil barriles de gasolinas al día en 2009 –por ejemplo-, actualmente sólo obtiene 377 mil barriles al día. Casi cien mil barriles menos de producción, pero nuestras compras al extranjero pasaron de 214 mil barriles al día en 2006 a 445 en el 2016. El doble en sólo diez años.
Es cierto que la crisis actual es resultado de malas decisiones en el pasado, pero también de una falta de planeación en el presente. En nuestro país se dejaron de construir refinerías. Fue en 1981 cuando se construyó el último complejo petroquímico. Después sólo hemos tenido ampliaciones de las refinerías existentes pero también el cierre de otras, como sucedió en 1991 con las refinerías de Azcapotzalco y Poza Rica.
El presidente Enrique Peña Nieto dijo que los gobiernos anteriores, en especial de Felipe Calderón, equivocaron la política petrolera. Pero también se debe reconocer que en los primeros 18 meses de este gobierno se tuvieron ingresos extraordinarios por los altos precios del petróleo; pero hubo una renuncia explícita a recuperar la capacidad de procesar gasolinas.
Un fallido intento ocurrió con Felipe Calderón con el caso de Tula. Después se hizo lugar común insistir en que salía más barato comprar gasolina al extranjero que poner una refinería. Esto nos hace recordar el argumento de José López Portillo (1976-1982) quien insistió que resultaba más barato comprar alimentos que producirlos. Decía que era mejor vender petróleo crudo para comprar alimentos, que invertir en el campo. Estas visiones de corto plazo son las que hunden a cualquier país.
 
UNOS COBRAN, OTROS PAGAN
 
EXISTE una explicable preocupación de los 32 mandatarios por las consecuencias del llamado gasolinazo. Algunos mandatarios están preocupados realmente por los efectos en la economía popular, y también otros responden a una preocupación pragmática porque temen que la situación se salga de control.
Resulta que aunque la decisión del aumento a la gasolina fue del presidente Peña Nieto son los gobernadores los que tienen que hacer frente a las protestas y a la violencia en los estados. Las fuerzas federales se encargarán de cuidar instalaciones estratégicas. La lógica es que las cuestiones del fuero común, como vigilar el orden público y prevenir la delincuencia es tarea de las autoridades estatales y municipales. Son la primera puerta de choque en una situación de inconformidad.
Algunas autoridades locales insistieron en eliminar los aumentos y volver al esquema del 2016 cuando había incrementos menores. Hay quienes también piden replantear la liberación de los precios del combustible, porque a partir de marzo –le decía- se inicia un esquema que podría modificar semanal o mensualmente los precios.
Pero los gobiernos también están en dificultad para plantear en serio para anular la nueva política de precios, porque el gobierno federal los presiona con disminuirles recursos. Dependen también de los ingresos por la gasolina. Esto me recuerda lo que sucedió con la famosa tenencia vehicular nada más que ahora elevado a la “ene” potencia.
Con el impuesto vehicular el gobierno federal primero lo pasó a los estados para trasladarlos posteriormente como ingresos de las entidades. De manera que cuando en el gobierno de Calderón se decidió quitarlo como gravamen federal, los gobiernos estatales quedaron en la disyuntiva de anularlo y quedarse sin ese ingreso o convertirlo en impuesto estatal. Ya sabemos lo que sucedió. 
Más allá de las interpretaciones, no hay duda que se requiere un nuevo plan en la economía para evitar que la pobreza tenga como resultado una mayor violencia. La pobreza es en sí una forma de violencia contra quienes la sufren. 
AL MARGEN
COMENTAMOS aquí que hubo una acción concertada para provocar miedo “miércoles negro”. Ahora la policía cibernética de la CNS investiga.
(vmsamano@yahoo.com.mx)
 

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