Gripe federal, pulmonía estatal: gasto público, austeridad y necesidad

 Escala Crítica/Columna diaria

* ¿Quién se comió la gallina de los huevos de oro?
* Reto gubernamental: hacer más, con mucho menos.
* Colaboración entre gobiernos, anulada por partidismo
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
EN SENTIDO económico, para llegar a la austeridad primero hay que pasar por una etapa de bienestar. Eso no queda claro en la historia moderna de México: en qué momento fuimos una sociedad próspera, destinada a “administrar la abundancia”, como anunció José López Portillo en los años 70s. O quiénes sí fueron no sólo prósperos sino derrochadores, en tanto que para los sacrificados el destino permanente es pagar los platos rotos. 

Ahora, en pleno siglo XXI, el presidente Enrique Peña le dijo adiós a la gallina de los huevos de oro (Pemex, que para el analista Macario Echettino “por 40 años fue un avestruz, no una gallinita”) y nos habla de “tiempos de austeridad”, aunque cada gobierno se ha encargado de hacer eso al final de su sexenio, para diferir la etapa de bienestar, siempre allá adelantito, inalcanzable. Así pues, hemos pasado de la bonanza petrolera a la desnutrición. Mataron a la gallina, pero ni las plumas vimos.       
La austeridad representa un ajuste de recursos económicos que visualiza lo indispensable, mientras otros objetivos esperarán algún tiempo. Es una cuestión de justicia social, como la siguiente frase tomada de Salvador Díaz Mirón (1853-1928): “Nadie tendrá derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto”. La austeridad, de entrada, es un paso racional en el manejo del gasto público y los recursos a inyectar en un país. El problema es lo que pasó antes, y que ahora nos pidan vivir con austeridad. 
Un misterio se cierne sobre las finanzas públicas y la mayoría de los gobiernos hacen magia: llegan a la austeridad sin pasar por el bienestar. Claro que hay circunstancias específicas para cada uno, pero la excepción confirma la regla.
DEL CENTRO A LA PERIFERIA, 
CHICUNGUNYA FINANCIERO   
 
DEFINICIÓN de austeridad, para uso del lector: “modo de vivir con lo estrictamente necesario, sin comodidades ni lujos”. Se dice, por ejemplo, “me impresionó la austeridad del decorado”, para indicar sencillez y modestia en los recursos utilizados. Los años 2017/2018 serán muy difíciles para cualquier gobierno, sin importar signo partidista y nivel (municipal, estatal), precisamente por la necesidad de austeridad en las cuentas, pero no en los resultados. Hacer más con menos, no: con mucho menos.
Se viene un problema de reingeniería en las finanzas públicas: la austeridad federal impactará las arcas estatales y municipales. ¿De qué tamaño será el efecto? Calculado por economistas de la UNAM (El Financiero, enero 20, “Los otros damnificados del gasolinazo”), la disminución del presupuesto es de 35 al 40%, lo que quiere decir que 4 de cada 10 pesos ya se esfumaron a nivel estatal y municipal. En otras ocasiones hemos señalado la ausencia de un plan emergente ante el gasolinazo y lo que significa. Ahora es buen momento para señalar otro aspecto crucial: los gobiernos, de cualquier color y nivel, deberían renunciar a bonos, prestaciones y comisiones, para mostrar una actitud distinta ante una realidad distinta. Ayudaría para la gobernabilidad.   
¿Quiénes están dispuestos a ir en esa dirección? La necesidad tiene rostro fatal: existe y punto. Los gobernadores integrados en la Conago jugaron sus cartas y esperan la liberación presupuestal en febrero. Los alcaldes de 100 grandes ciudades le entran al toro (El Economista, enero 20) pero se quejan “porque advertimos que se nos exige un esfuerzo que el gobierno federal no termina de encuadrar y homogeneizar”. 
Por ejemplo: ¿Por qué la gasolina más barata es la del Estado de México? Por el año electoral. Otro ejemplo: un bono de 508 mil pesos para legisladores federales desató la indignación en las redes de internet y las satelitales. La cuestión es: ¿cómo justificar la petición federal de austeridad con bonificaciones primermundistas? 
Y sin embargo, con todo y doble discurso, la austeridad urge y será esencial. Un paso firme hacia la racionalidad económica. No hay margen de maniobra. Y si algunos funcionarios exprimen recursos estarán bajo la lupa de una sociedad más exigente. Los propios funcionarios que trabajen con austeridad deberán exigir a sus pares. Incluso visto con interés partidista, puede dar una imagen favorable. Pero esto tiene que reflejarse en la práctica de líderes y dirigentes.                   
Aunque también resulta lógico que el efecto mágico de la austeridad y la disciplina financiera es que se refleje en el bienestar de la población. A la gente no le importa que haya mucho gasto mientras le lleguen los beneficios. Lo malo es que fue acostumbrada al beneficio individual no al colectivo. Hay que cambiar de enfoque.
¿COLABORACIÓN ES TRAICIÓN? 
LA COLABORACIÓN entre niveles de gobierno desatará las suspicacias partidistas. Hay una arraigada costumbre del sospechosismo y la desconfianza. El pueblo no era arisco, lo hicieron. El escenario de austeridad tendría que estimular el trabajo colaborativo. Pero es probable que las ansias electorales de frenar al adversario puedan más que el ánimo de ayudar por el bienestar ciudadano. Si en Puebla entrega buenas cuentas Moreno Valle (es un decir), no le conviene al PAN de Anaya y Zavala; si en Veracruz sorprende la administración de Miguel Ángel Yunes, entonces resulta presidenciable y hay que tumbarlo; si en Chiapas, con números bien cuadrados, Manuel Velasco quiere la remontada, entonces que se caiga del caballo otra vez. 
Ahora imagine el lector cuando una ciudad es gobernada por un color, a nivel estatal por otro y a nivel federal por otro más. Son 422 casos de ese tipo en México. Unión mezclada, comunicación truncada. Los anteojos partidistas dinamitaron la economía en varias ocasiones. Por la austeridad necesitamos ponernos otros anteojos, imaginar otros rumbos. Lo hemos comentado: lo que no orienta la convicción, obliga la necesidad. La virtud nacida de la crisis.   
Lección obvia: no gobernar en lo económico desde una visión político/partidista. La austeridad anunciada por el gobierno federal pegará en el sur (menos desarrollado) que en el norte (industrial). Es la hora de tejer consensos reales, son necesarios liderazgos. Y ejemplos que prediquen.  (vmsamano@yahoo.com.mx)                 
 

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