Morena: no todo acaba en el 2018; el desafío de la democracia interna

 Escala Crítica/Columna diaria

*Para sobrevivir, más que el partido de un solo hombre
*La competencia arreciará después de junio; más candidatos
*Los militantes también son ciudadanos; el reto de participar
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
 
EN LAS MÁS recientes encuestas Morena como partido comienza a colocarse en posición competitiva; sin adversario definido al frente, Andrés Manuel López Obrador despunta desde hace varios meses en espera de la verdadera batalla. En anteriores colaboraciones invité al lector a asomarnos a las corrientes y grupos que buscan colocarse en situación ventajosa dentro del PRI y del PAN a nivel nacional. Hoy quisiera hacer este ejercicio con Morena, el más joven de los partidos en el escenario de la disputa por el poder.   

La historia escrita muestra la congruencia o incongruencia de los políticos. En febrero de 1996, entrevistado por la revista Proceso mientras encabezaba la resistencia civil contra afectaciones de Pemex en Tabasco, López Obrador definió un acuerdo de distensión teniendo como eje “la moralización de la vida política en el estado”, pero también un “compromiso de acabar con la corrupción; que la Contraloría quede en manos de gente honrada; que se creen equilibrios para que los partidos de oposición tengan injerencia en la fiscalización del gasto público. Además, que haya un programa de inversión para beneficiar a la gente más humilde del estado”. Son temas que siguen en la agenda 21 años después y resultan útiles para un acuerdo nacional antes del 2018, que será tenso como cuerda de violín. 
El partido Morena es franquicia al alza, la única que presume porcentajes en aumento desde su registro como partido en 2014. Van dos años de competencia formal, aunque hubo un largo trayecto para llegar por el flanco izquierdo a las boletas electorales. Copar un tercio del voto, en tan poco tiempo, es eficacia electoral. Se mire por donde se le mire. ¿Alcanzará para la Presidencia?, está por verse.
Surgido como movimiento social, con la estrategia lopezobradorista de partido/movimiento, Morena busca captar votos en Edomex con la aguerrida maestra Delfina Gómez y así confirmar la viabilidad del triunfo de AMLO en 2018, como lo muestran encuestas de diverso cuño. Es lo que falta, pues ya tiene fuerte presencia en el DF y Veracruz. Con Edomex, Morena podría amarrar las tres mayores reservas de votos en el país, que suman poco más de 25 millones en total. Claro, no todo es para una sola formación partidista, pero por ahí pasa la contienda presidencial y las posibilidades de triunfo. Es hasta ahora  el único candidato seguro de aparecer en la boleta. Los demás tendrán una contienda interna de mucho desgaste. Abordemos este punto, que puede ser un nubarrón a mediano y largo plazo para Morena y López Obrador. 
                        
¿QUIEREN UN MONÓLOGO?
LE COMENTABA ayer que el PRI dejó pasar la oportunidad local de un ejercicio democrático abierto. Esto sucede con todos los partidos. Los monólogos permanentes desarticulan a una organización política. Copar la voz, para cualquier asunto, es peligroso en extremo. Por ello, la principal fortaleza de Morena es también su debilidad: el liderazgo indiscutible e indiscutido de López Obrador. 
Expliquemos la paradoja: AMLO ha sido puntero por dos años en las encuestas presidenciales. Su competitividad política es innegable. Su perseverancia le da ya para tres décadas de presencia pública nacional, superando incluso malestares físicos graves. Pero es una fortaleza que desaparece si buscamos a los políticos morenistas que lo rodean: Ricardo Monreal, Martí Batres, Claudia Sheinbaum, entre otros. Esta falta de cuadros anula la diversificación de voces, lo que a mediano y largo plazo puede llevar al desastre como partido político. De hecho, hay una convicción del morenismo que ese partido tiene un solo objetivo: que López Obrador sea Presidente. Y, ¿si no?
No es fácil la apertura, porque en México los duendes del sabotaje hallan el mínimo resquicio. Es realidad sombría, ante proyectos independientes del poder central. De cualquier manera, el riesgo del monólogo lopezobradorista es su igualación con el populismo autoritario del fallecido Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, como ya lo ‘ofertan’ por televisión abierta. ‘El riesgo del populismo, Venezuela y Hitler, políticas suicidas’, fueron los temas que TV Azteca (nota nocturna, abril 5) relacionó con López Obrador, luego de una entrevista de Javier Alatorre con Delfina Gómez. Ésa parece la estrategia mediática a seguir: por un lado, espacios de diálogo con el puntero y sus correligionarios, y por otro un franco ataque a las posturas ideológicas (tachadas de dogmáticas) y supuestas debilidades políticas de AMLO.                         
 
DEMOCRACIA EN LOS HECHOS
 
SALTA a la vista la urgencia para Morena de diversificar voces y permitir crecer verdaderos liderazgos. Si no se visibilizan otros actores políticos, Obrador tendrá que ocuparse de todo, pero se alimentará una nociva costumbre unipersonal. Esto minará sus fuerzas y la credibilidad del proyecto morenista.  Acortará la vida de una propuesta alternativa y dañará la construcción democrática.
AMLO tiene que sortear un laberinto mediático rumbo a Los Pinos. Por el ánimo social de cambio, las urnas parecen propicias y –dice- “la tercera es la vencida”. Habrá una andanada mediática de señalamientos por las contradicciones evidentes y las inventadas, conforme se aproxime la hora cero. El realismo político puede sortear ataques, no la ingenuidad. Hay una ventaja en la vocación de resistir: cualquier escenario se enfrenta sin pesimismo.
Al final, quedará la incertidumbre de gobernar: ¿cómo y con qué estructura de funcionarios públicos, cómo y con qué cuadros políticos? Sucedió en Veracruz, hace unos meses: ante la posibilidad de que el candidato de Morena, Cuitláhuac Vázquez, ganase la gubernatura, el temor cubrió las páginas de diarios, notas televisivas y radiofónicas. El primer reto es ganar, pero el verdadero desafío es gobernar. ¿Con quién?
AL MARGEN
DE ACUERDO a los registros oficiales hay en Tabasco 87 mil 235 tabasqueños con algún tipo de limitación física o intelectual;  en la República suman unos ocho millones. La inclusión y la solidaridad, también un claro sentido de justicia social, son la clave para integrar a una vida digna a toda la población actualmente vulnerable. Ayer fue reinstalado por el gobernador Arturo Núñez el Consejo Estatal para atención de personas con discapacidad, una acción que debe consolidarse como una política pública.  (vmsamano@yahoo.com.mx)            
 

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