GASOLINAZO, ZAPATISTAS Y EMPRESARIOS: OPCIONES CIUDADANAS Y PROYECTO DE PAÍS

 Escala Crítica/Columna diaria

* A las puertas de un cambio radical en la economía; golpe abajo
* Entretenidos en lo espectacular para ignorar lo fundamental
* Agenda política: estancamiento y retroceso, ¿sin inestabilidad?
 
Víctor M. Sámano Labastida
ESTAMOS a unas semanas del inicio de uno de los años más complejos y decisorios para los mexicanos. A más tardar a mediados del 2017 sabremos cuáles son las candidaturas que se repartirán los cuatro bloques de la previsible votación presidencial. En enero arranca una de las medidas más polémicas (sin debate): la liberación del precio de los energéticos como resultado de la privatización. Una acción que tendrá un impacto “de pronóstico reservado” en la economía de la clase media y de empobrecimiento mayor en la franja más pobre.

¿Qué proyectos realizables presentarán los aspirantes al respaldo en las urnas? ¿Cómo se organizará la resistencia o subsistencia? La organización social para el desarrollo se observa como la gran ausente en un país donde se promueven personas y no colectivos. Como bien me decía recientemente un lector de esta columna: el colectivo se adormece mediante el sistema de “caja china” que desvía la información hacia temas escandalosos pero intrascendentes (los quince años de Rubí, por ejemplo).
Conforme avanza a su final el sexenio, los actores públicos tendrán que definir qué fichas colocan en la mesa nacional. Nadie quiere quebrar a la Banca/Estado (dicen), pero las apuestas divididas generan inquietud. No se ve una mayoría diáfana para 2018. Las organizaciones ciudadanas aparentan visibilidad, aunque marchan a remolque de los partidos políticos en el Congreso. ¿Qué está en juego? Tres cuestiones centrales: a) un proyecto de país viable, estratégico y no excluyente, b) políticas públicas de igualdad económica y jurídica, c) un combate frontal a la corrupción y al crimen organizado. 
Y una cuestión parece ineludible: lo que no hagan los partidos políticos, tendrían que hacerlo las organizaciones ciudadanas. En España, la construcción política de “Podemos” provino del hartazgo ciudadano, no de un diseño incluyente de los partidos. En Grecia, la izquierda recibió una inyección ciudadana en las urnas ante la crisis económica y las medidas draconianas de la Unión Europea. ¿Qué resortes se activarán en México para el despertar ciudadano? Exploremos las posibilidades de una gesta ciudadana en un mar político infestado de tiburones burocráticos que secuestran los recursos institucionales. No será fácil. El reto: más allá de las preferencias partidistas, empujar una agenda ciudadana en las agendas políticas formales.
Revisemos dos visiones contrastantes que muestran un punto en común: adolecen de un proyecto explícito de país.  
VISIÓN EZLN: CERO NO SER 
UN EJEMPLO del dilema es la inesperada (para algunos calculada) resurrección del zapatismo. El Subcomandante Marcos, ahora Galeano, dijo sobre la candidatura presidencial de una mujer indígena: “El EZLN no lucha para tomar el poder. No importa la presidencia. Lo que iba a importar es el desafío, la irreverencia, la insumisión, el quiebre total de la imagen del indígena objeto de la limosna y la lástima”. Visibilizar el mundo indígena en la agenda nacional. Repetir, sin armas, el impacto de 1994. El problema es que hay un nuevo grito (¡aquí estamos!) pero no un proyecto viable de país. Desde luego, Marcos/Galeano se asume (junto con el EZLN) desinteresado en el poder. “Candidatura testimonial, que puede jalar votos a la tierra de nadie y perjudicar otros proyectos”, explicó el articulista León Ferré. Los primeros perjudicados levantan la voz: el lopezobradorismo en Morena. 
¿Hay proyecto EZLN? La respuesta zapatista es abarcadora pero ambigua: “Queremos un movimiento en el que confluyeran todos los de abajo, un movimiento que haría retemblar en sus centros la tierra”. Interesante planteamiento cultural, desdibujado planteamiento político. Lo admite Marcos/Galeano: “No importará si se juntan o no las firmas, si sale o no la paga para moverse, si se obtiene o no el registro de la candidata, si se presentan o no las otras candidaturas a debatir, si se participa o no en las elecciones, si se gana o no. (…) estamos esperando lo que va a ocurrir luego, el día después”. La resistencia ante el sistema político, no la construcción de un proyecto de país. Más allá de las sospechas sobre Marcos, ésa es la dificultad y debilidad del actual planteamiento zapatista: ¿cómo integrar al mundo indígena en el México del siglo XXI, más allá de las candidaturas testimoniales y la resistencia cultural?                                   
LA TIERRA DE NADIE EMPRESARIAL  
VEAMOS otro frente: los empresarios mexicanos. Como agrupación y clase social, no han dicho qué proyecto de país quieren. Una omisión significativa, intencionada o involuntaria. Los empresarios, distinguidos y privilegiados, no trazan explícitamente las coordenadas de su interés. En términos generales festejan el libre mercado, critican la corrupción y la inseguridad pública. Quieren orden, honradez y estabilidad, pero omiten describir las políticas y estrategias que configuren un proyecto de país. Su respuesta previsible: ‘no somos políticos’. 
Se argumenta que para eso están el PAN y el PRI como partidos políticos formales que representan ciertos intereses empresariales. Maquiavelo diría que “es el juego posicional del poder: ejercerlo a trasmano”. Entonces no tendríamos las quejas empresariales que se vierten en la opinión pública sobre políticas gubernamentales deficientes. O sería un doble discurso: quejarse de los políticos con los que se han puesto de acuerdo y que les han otorgado facilidades y canonjías.
Una visión ciudadana empresarial sobre México, sigue hibernando. Cierto, hay fundaciones y proyectos culturales que se cuentan por decenas, iniciativas interesantes en lo social, con un sentido de productividad y empoderamiento ciudadano. Pero no se conocen planteamientos sobre un proyecto de país que hayan hecho Carlos Slim (salvo el mercado interno), Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego o Alfredo Harp Elú. 
Gradualismo, no ruptura, es lo que pide la mayoría de actores públicos. Gradualismo, no estancamiento, es la preocupación de los ciudadanos progresistas que deben definir en dónde colocar sus fichas.                                 (vmsamano@yahoo.com.mx)
 

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