AUTORITARISMO Y DEMOCRACIA: FRENTE A LA INSEGURIDAD, PARTICIPACIÓN

 Escala Crítica/Columna diaria

*Evitar que el temor se transforme en violencia sin control
*Barbas vecinas: caos de Venezuela y paz de Colombia
*Cuando no hay quien aplique las leyes, pierden los débiles
     
Víctor M. Sámano Labastida
 
CUANDO la inseguridad abre camino al temor la gente se refugia en la fuerza. La formación de instituciones y la delegación del poder en autoridades reconocidas por la mayoría surge históricamente como una manera de evitar la destrucción de los más débiles. Pero también el miedo puede dar paso al enojo, a la ira, a la ignorancia no sólo de la ley sino también de lo justo. Esto sucede con los linchamientos, por ejemplo; o con el exceso en el uso de la fuerza. Las circunstancias rebasan al individuo. 

Recientemente en las redes compartieron un interesante texto de Alex Gray, publicado en el Foro Económico Mundial sobre la preocupante pérdida de la fe en la democracia. En síntesis, dice el autor, los investigadores Yascha Mounk y Roberto Stefan Foa analizaron la tendencia de las nuevas generaciones a desconfiar de la democracia, lo que deriva en el apoyo o la indiferencia hacia conductas autoritarias. Cuando la violencia gana, las leyes –que son mecanismo pacífico para atender controversias- son desplazadas e ignoradas. Otra vez: pierden los más débiles. 
LA SITUACIÓN de México puede compararse con la de otros países latinoamericanos. Aprenderíamos a evitar errores y veríamos el presente en positivo. Hay peores escenarios, aunque eso no debe ser consuelo permanente. Sirve también para Tabasco y todos los estados. Veamos hacia afuera.
Por ejemplo, Venezuela y Colombia viven días agitados por motivos diferentes, aplicando acciones políticas en duro contraste: mientras Venezuela padece la mano de Nicolás Maduro en una crisis económica y social, Colombia avanza hacia un acuerdo de paz que no pudo pactarse por la ruta del plebiscito, pero que llegó vía Congreso. 
Hay dos lecciones aquí: 1) el autoritarismo de Nicolás Maduro cobrará factura, de forma indiscriminada, entre la población venezolana que busca sobrevivir a la escasez de víveres y la ausencia de efectivo circulante; 2) la vena democrática del presidente Juan Manuel Santos busca perfilar un acuerdo social colombiano que mire hacia adelante, revirtiendo con el instrumento legal a su alcance (Congreso) una decisión plebiscitaria que dijo ‘No’ a un acuerdo de paz con amnistía para crímenes de guerra.          
Veamos qué podemos aprender de Venezuela y Colombia, entendiendo que se trata de situaciones peculiares que no pueden trasladarse en automático. De cualquier modo, las barbas del vecino ayudan como espejo de un futuro posible.    
DEVALUACIÓN CON ESPEJISMO PETROLERO    
 
VENEZUELA tiene el peor escenario económico: crisis de desabasto combinada con una crisis de dinero circulante. Las calles son selvas en la capital Caracas y otras ciudades. Los venezolanos salen a comprar y van de cacería. Los billetes de 100 bolívares no aparecen, mientras las remesas de 200, 500, mil, 20 mil bolívares, no llegan, aunque anuncian una devaluación inexorable. Las protestas de la oposición contra el caos económico venezolano no necesitan argumentación: ahí están las tiendas sin productos y los bolsillos sin efectivo. Nicolás Maduro, en franco traslado de responsabilidades, ha denunciado una conjura internacional (‘el último coletazo de Obama’), por un supuesto retraso de los nuevos billetes venezolanos que provienen de Inglaterra. Maduro debe probar que Obama despacha en el Palacio de Buckingham. Mientras tanto, ha encerrado a 300 personas como “conspiradores contra el régimen de la revolución”, por acaparamiento de efectivo, y “que no me digan que son presos políticos”, se cobijó en su ya clásico estilo.
Una decisión unipersonal de tal magnitud (el presidente en calidad de legislador y juez) muestra la fragilidad de las instituciones venezolanas. Maduro ha puesto candados en el Congreso, que se ha plegado a sus intereses en vista de su control sobre las fuerzas armadas; también ha sometido al poder judicial con sentencias insostenibles contra sus adversarios. No juega con reglas democráticas: somete a un país entero a sus caprichos, en nombre de una revolución que -por cierto- no lo fue. 
¿Qué podemos aprender del caso (y caos) venezolano? Tres cosas: aguantar la presión y no dar más poder al presidente, bajo ninguna circunstancia; no salir de una crisis monetaria con la hechura de billetes sin productividad real; no acusar a la oposición por errores de conducción económica.
¿Un aviso para México? La Venezuela de Maduro se ha desplomado junto con los precios del petróleo, en destino trágico por no diversificar la economía. 
 
LA DEMOCRACIA Y SUS MECANISMOS
 
COLOMBIA es otro cantar: el acuerdo de paz entre gobierno y guerrilla contiene lecciones de imaginación política en tres tiempos. El primer tiempo comenzó con “una iniciativa de paz con amnistía a las FARC por crímenes de guerra”. El presidente Juan Manuel Santos se enfrentó a su antecesor Álvaro Uribe en la arena pública y se acordó un plebiscito para dirimir ese pleito social. El segundo tiempo, un plebiscito que arrojó el sorpresivo ‘no’ al acuerdo de paz, por 50 mil votos. No se cuestionaron resultados y varios analistas voltearon a ver los detalles que incluían ‘manga ancha’ para el perdón, por ejemplo en lo relativo a “crímenes atroces de guerra y actos terroristas”. A Santos le otorgaron el Nobel de la Paz y aprovechó para no quitar el dedo del renglón, ahora en el congreso colombiano, que pudo debatir un nuevo acuerdo de paz “con candados para los excesos en el perdón”. Ese fue el tercer tiempo de esta deliberación.
Desde luego, la firma o aprobación de un acuerdo de paz no garantiza la aparición en automático de la paz. Se requieren otros elementos que la realidad colombiana tendrá que procesar. Pero es significativo en grado sumo que el plebiscito fuese primero y el Congreso después. A la voluntad política de apertura ha seguido una voluntad de consenso en el Congreso, como máximo foro legal colombiano. La democracia deliberativa reajustó una decisión polémica de la democracia popular.
Hay polémica, todavía, en Colombia. Pero será una polémica para construir un  camino de paz y concordia en un país antes convulso. Una buena lección para México. Pero no olvidemos: las buenas lecciones lo son si sabemos comprenderlas. (vmsamano@yahoo.com.mx)                 
 

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