Defensa legal, trabajo y migración en EEUU: derechos humanos y omisiones mexicanas

 Escala Crítica/Columna diaria

* Migrantes, el ‘sindicato’ del mundo; una utopía valedera
* ‘Tapón’ norteño, riesgo del sur; los vecinos pobres, desafío 
* Firdaus Jhabvala: derechos humanos y justicia transnacional.   
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
A LOS TRABAJADORES no nos conviene tener vecinos pobres, personas que no tengan capacidad de compra, me dijo hace unos años un sindicalista de Estados Unidos, miembro de la AFL-CIO la mayor federación gremial de aquel país. Conversé con este activista gracias a la mediación del Alfredo Hernández Peñaloza, ya fallecido. Tenía razón mi interlocutor. Esto es algo que no entiende Donald Trump. Pero también es algo que tendríamos que haber aprendido en México, sobre todo quienes vivimos en la frontera sur.

Centroamérica es una de las regiones más subdesarrolladas de América Latina. Hay miseria y violencia. No podemos verlos como un mercado potencial, sino como inquietante expulsor de mano de obra, migrantes que necesariamente pasar por Tabasco y Chiapas en su mayoría. Son un desafío humanitario y de seguridad. Sería inconcebible que México decidiera colocar un muro en el sur; como sería absurdo que los estados “ricos” del norte del país pretendieran impedir la migración de mexicanos pobres hacia su territorio. La migración y los migrantes deben ser entendidos y defendidos.
Arturo Warman, estudioso de temas campesinos e indígenas, refirió esta historia sobre derechos humanos, justicia y migración: “un mexicano fue declarado con retraso mental en una Corte de California. Lo habían interrogado en inglés y español, sin resultado. No entendía las preguntas y sus respuestas eran incomprensibles. A punto de remitirlo a una institución mental, el abogado defensor pidió la intervención de un lingüista que manejaba 15 dialectos de nuestro país. Resultó que el detenido era oaxaqueño y hablaba zapoteco. Aclarado el misterio, se le juzgó en su lengua y fue absuelto”.  
La migración arroja escenarios culturales inéditos, lagunas jurídicas e indefensión legal. La historia de Warman es aleccionadora: no puede aceptarse la premisa de Donald Trump: “todo migrante es delincuente y merece la deportación”. Esa premisa merece una réplica a toda regla, comenzando por la organización y autogestión de los migrantes en riesgo. Son 27 millones de ascendencia mexicana en EEUU, según el censo laboral de la Universidad de Berkeley (2015), y podrían construir el sindicato más grande del mundo. Los requisitos: ser migrante y trabajador. No es idea descabellada, sino la estrategia del futuro. 
Quizás el futuro es hoy.
Imagine el lector la fuerza que tendría una organización internacional de migrantes: desde Turquía, España, Francia, Inglaterra, Alemania, pasando por la zona asiática (China y la India están repletos de ellos también por circunstancias laborales) hasta llegar a la zona norteamericana, que recibe mexicanos, centroamericanos, caribeños, africanos, europeos del este y asiáticos a granel. Finalmente, ubique el lector la migración desde Medio Oriente a Europa, o el éxodo que por guerra civil arrojó a 300 mil húngaros hacia zonas de Europa mediterránea. 
El Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, calcula una fuerza de trabajo monumental en los migrantes del planeta, 300 millones de personas, que no cuenta con los derechos básicos: humanos y laborales. Son muchas las condicionantes a considerar y será una proeza forjar una organización de ese calibre. La autogestión es el camino, a través de comunicación virtual. Una fascinante historia por escribir, justo cuando aparece en el escenario la amenaza Trump.      
LA MIRADA EN LOS DERECHOS
En entrevista para Diario Presente (lunes 16 de enero), el investigador Firdaus Jhabvala Marshall abordó el caso mexicano con detalle y explicó que los migrantes en EEUU deben acudir al Juez y presentar su caso. De cada 6 casos, 5 pueden ganarse. Sólo habría problemas por delitos criminales. Y describió a los migrantes: “no se van por su gusto, se van porque nuestra nación no fue capaz de ofrecerles las alternativas de desarrollo. Sufren abandono en México, hacen la travesía, los agarra la migra y otra vez están abandonados por nuestras autoridades. Esto no es ni legal ni humanamente aceptable.”
Un contexto de riesgo, para la región sureste, es la migración centroamericana si Estados Unidos endurece la vigilancia con el muro Trump. Entonces, el ‘tapón’ norteño multiplicaría los problemas del sur, por sobrepoblación a atender. Esta perspectiva recuerda circunstancias históricas delicadas, como las guerras civiles en El Salvador, Honduras y Guatemala (años 60s y 70s) que generaron centros de ayuda en Chiapas, Campeche y Tabasco. No hay recursos para atender de manera digna a –digamos-, 300 mil migrantes. 
Firdaus reprocha al gobierno federal una pasividad inaceptable en torno a la situación de migrantes mexicanos en EEUU: “qué puede ser más vergonzoso que millones de tus ciudadanos que requieren de una guía jurídica, cariño y protección, en una fase terrible en su vida sean abandonados”. Y recuerda con sus palabras el centro ético de la historia de Arturo Warman: “No es posible que nuestros paisanos sean llevados a un juicio cuando ni siquiera saben hablar bien inglés, no saben presentar su defensa adecuadamente. Se les ha dejado indefensos en una de las acciones más vergonzosas de nuestra nación”. 
La función de un gobierno no concluye en sus fronteras, tal y como pide a millones de mexicanos que ejerzan su voto en el extranjero. Es una responsabilidad que no puede olvidarse. Son 6 mil millones de dólares anuales en remesas. Eso sí preocupa al gobierno federal, no la defensa de trabajadores que apuntalan la economía de miles de familias con sus envíos. La acción del gobierno, hasta ahora, es omisión. 
LA ESPERA Y LA NECESIDAD
El sindicato del mundo, migrantes planetarios, no se ha construido ni tiene vislumbres cercanos de organización. Los tiempos apremian. Mientras esto sucede, a escala que no imaginamos, la defensa de los derechos humanos es el tema. Trabajar no es delito. Por ejemplo, en EEUU los migrantes de Zacatecas, Michoacán y Durango hacen el trabajo para cosechar el tomate gringo. ¿Se necesita deportar a los hábiles tomateros aztecas? O, desde otra perspectiva de interdependencia comercial: ¿se necesita que los empresarios de aguacate de Jalisco no envíen su producto, el de mayor consumo en EEUU? Urge un foro de comunicación formal entre gobiernos, que no se preste a la simulación. A nadie le conviene tener vecinos pobres y empobrecidos. (vmsamano@yahoo.com.mx)                 
        
    
 
 

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