EL PLAN COLOMBIA, UNA LECCIÓN; LA MULTIPLICACIÓN DE HOMICIDIOS

 Escala Crítica/Columna diaria

*Los saldos de una decisión apresurada; la sombra de Calderón
*Datos duros: 174 mil muertos; combatientes y población sin red
*Salinas y el desmantelamiento institucional; fragilidad planificada
 
Víctor M. Sámano Labastida
 
TODO indica que es el momento de hacer un alto. Ni los militares, ni los civiles, están conformes con el resultado de la decisión timada hace diez años por Felipe Calderón para utilizar al ejército en tareas policiacas. Fue un lanzamiento sin estrategia. Y también sin red, para usar la analogía mencionada por el general Salvador Cienfuegos. Fue precisamente un 11 de diciembre, década que se cumplió el domingo, cuando Calderón inició el Operativo Conjunto en Michoacán.

En aquella ocasión, con su denominada “guerra” contra el narco, el entonces presidente despachó a 4 mil 260 solados, un mil 54 marinos y un  mil 420 policías federales. Era el segundo sexenio del Partido Acción Nacional en el poder. Lo que siguió fue un continuo despliegue de militares en acciones policiacas, hasta abarcar unos 24 estados del país.
 
UN FANTASMA EN EL ESPEJO
 
LEO EN EL PAÍS (Colombia, 29 de enero), con la firma de María Elvira Bonilla: “Los 15 años del Plan Colombia llaman a muchas reflexiones. Se trató de una cooperación norteamericana intensiva acordada con el gobierno de Estados Unidos por el presidente Andrés Pastrana y Bill Clinton. Fueron cerca de 9.000 millones de dólares en ayuda, principalmente militar, para la lucha contra las drogas, una iniciativa que apuntó a combatir el cultivo, la producción y la exportación de drogas, la principal fuente de recursos del narcotráfico, gasolina del conflicto armado colombiano del cual se está intentando salir”.
Y, agregó Bonilla: “El tráfico de drogas es la variable que ha perfilado de manera particular las últimas décadas de la confrontación armada. Pero ha sido enfrentado de mala manera con penosos resultados. Se trata de una lucha fallida”. Sobre el tema fue publicado en Colombia el libro “El país que se hizo posible”, de Julio Sánchez Cristo. Lo que hemos escuchado en estos días: el fuego cruzado cobra demasiadas víctimas civiles. Pero algo hay que hacer.
En un interesante y crudo recuento, el diario Reforma publicó el domingo: “Una década después, el parte de guerra (en México) arroja más de 174 mil muertos , casi 30 mil desaparecidos, al menos 50 mil huérfanos, un número no cuantificado de lisiados y un costo al erario que supera los 1.8 billones de pesos”. Es el balance del operativo comenzado el 11 de diciembre del 2006.
Anota el texto cuya amplia documentación es desplegada en el suplemento dominical del diario: “entre el 1 de enero de 2006 y el 30 de noviembre de este año, más de mil 200 elementos de las Fuerzas Federales murieron en el combate contra el crimen organizado”. Las bajas de militares y marinos, así como de policías y agentes federales, fueron sobre todo en Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, Chihuahua, Nuevo León y Veracruz.
A esto se debe agregar el registro que tiene el Sistema Institucional de Información y Estadística (SIIE) de la PGR –referido también por Reforma: entre diciembre de 2006 y noviembre de 2011 “fueron asesinados mil 381 elementos de las policías municipales, 401 estatales y 601 elementos de las procuradurías locales”.
Hubo resultados, por supuesto, en la captura de capos y las cárceles federales resultaron –resultan- insuficientes para internar a los delincuentes detenidos. Pero al mismo tiempo la delincuencia se extendió, multiplicó, mutó, por todo el país hasta convertir a la seguridad pública en el tema principal de la agenda de gobiernos que deberían destinar recursos al desarrollo social. Campaña electoral tras campaña dos temas se hicieron recurrentes: desempleo e inseguridad.
En octubre del 2012, Jorge Castañeda y Rubén Aguilar publicaron el libro “Los saldos del narco”, como una continuación de otro que escribieron en 2009 con el título de  “El narco: la guerra fallida”. En el texto refieren, entre muchos otros datos: “Cuando Calderón asumió la presidencia, las estadísticas nacionales e internacionales señalaban que el país vivía la menor violencia de su historia (sólo ocho homicidios por 100 mil habitantes); después de la guerra, este nivel se incrementó”. 
Reporta el INEGI: en 2007 hubo 8 mil 867 homicidios y, en 2011, 27 mil 199. Esto quiere decir que los homicidios dolosos por 100 mil habitantes pasaron de 8.5 en 2007 a 24 en 2011.
Es el contexto de nuestra crisis.
EL HOMBRE DEL DISFRAZ
 
LE COMENTABA ayer que en algún punto de la historia del país  comenzó el desmantelamiento institucional. Mencioné el momento en que Carlos Salinas, también por legitimarse, ordenó la captura del cacique petrolero Joaquín Hernández Galicia (La Quina).  Pero el estilo serpenteante, con fintas y doble cara, de este personaje se evidenció en la contienda presidencial del PRI, entre Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho. Ya candidato Colosio y por el surgimiento del EZLN en Chiapas (enero de 1994), Salinas nombró Comisionado por la Paz a Camacho, antes descontento por no ser el delfín. “Esa decisión le devolvió reflectores mediáticos a Camacho. Decisión que Colosio criticó entre sus allegados” (Enrique Krauze). Salinas salió a decir: “No se hagan bolas, el candidato es Colosio”, pero el serpenteante hacedor de bolas era él. No por casualidad, Camacho estaba vivo políticamente, aunque Salinas respaldara a Colosio. No fue casualidad tampoco que, en su discurso del 60 aniversario del PRI (6 de marzo) Colosio omitiera referirse a Salinas en más de 100 párrafos, contraviniendo formas de transición del poder. En el presente, importa recordar que Salinas gusta de apuntar para un lado y sacar el conejo por otro. ¿Se le conoce alguna declaración reciente sobre Peña Nieto?                    
 “Con 8 millones de familias perjudicadas, ningún banquero entró a la cárcel en la terrible crisis del 2008”. Salinas habla de Estados Unidos, 8 años después. Sería útil su versión del ‘error de diciembre’ de 1995 en México, durante la transición Salinas/Zedillo: 60 mil millones de dólares se esfumaron. ¿Millones de familias afectadas? 
Salinas fue el primer expresidente que vio a un familiar en la cárcel. Raúl Salinas, “el hermano incómodo”. Viraje: de aspirante a estadista pasó a vendedor de ilusiones de una modernidad empobrecida. Y la máscara de Salinas hizo las delicias de millones de mexicanos que, ante la impunidad, recurrieron a una justicia simbólica. (vmsamano@yahoo.com.mx)
 

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