Víctor M. Sámano Labastida
* Consensos artificiales, disensos perseguidos; la pobreza como fondo
* Se anuncia, ahora sí, un choque de trenes para los comicios del 2018
* Centro, un Concejo Municipal en su futuro; tiempo en reversa
EN PALABRAS del presidente Enrique Peña Nieto: “el problema es que la sociedad apueste por salidas falsas, como el populismo, opción política que genera rencor social y expectativas mágicas de solución, sin realidades y trabajo”. Dice Andrés Manuel López Obrador: “el problema es que la mafia del poder multiplica la corrupción y el saqueo a los recursos nacionales, tuerce la ley y vive en la impunidad”. Se anuncia así una polarización discursiva que dominará el 2016 electoral y el 2018 presidencial.
En un país que aspira a una democracia genuina, la polarización en política resulta indeseable porque achica el espacio para el diálogo propositivo. Se podría decir que son las desigualdades, los abusos, las promesas incumplidas, los que han creado ese ambiente. Se ausentan las decisiones por consensos reales, no cupulares, como los que se tejieron en el Congreso sobre reformas estratégicas. Los disensos (decir NO a un estado de cosas) cobran tonos de rebeldía y radicalismo en diferentes regiones, huérfanas de un Estado de Derecho frente al crimen organizado. La polarización lleva a una escalada en donde lo primero que desaparece es la moderación. La descalificación es moneda corriente, acuñada en diversos frentes.
Y EL QUE LOS DESPOLARICE…
¿QUÉ ES la polarización en política? La decisión de no escuchar a otros en la búsqueda de soluciones a problemas comunes. La polarización implica el lugar común del diálogo de sordos, aunque algunos políticos superan a los sordos. Un sordo no escucha palabras emitidas como sonidos, pero sí llega a comprender cuando se utilizan palabras escritas o señas. Un sordo (se) comunica con los códigos a su alcance por la urgencia de hacerlo. No pasa lo mismo con algunos políticos de 2014 para acá, luego del aterrizaje forzoso del gobierno federal, que en portadas internacionales pasó del momento mexicano a la masacre de Tlatlaya, los 43 desaparecidos, la Casa Blanca, la Casa de Malinalco, la Fuga del Chapo, entre otros titulares.
El gobierno federal no comunica: hace mutis y polariza, elude responsabilidades de gestión gubernamental y sitúa a sus críticos como “peligrosos por antinacionalistas”. La mesura del poder que debe ser característica en una democracia, desaparece.
La polarización aleja las posibilidades de concordia en la esfera pública y en los grupos sociales. De ahí el boom de candidaturas independientes. También de las rebeldías armas en mano.
SIN LÍMITE DE DESENCUENTROS
UNA MUESTRA de polarización en política la han protagonizado Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, fundador de Morena y quien encabeza las encuestas sobre políticos presidenciables.
Ambos se niegan a reconocerse como interlocutores políticos, luego del pulso electoral del 2012 que se decidió por menos puntos porcentuales de lo que anunciaban las encuestas. El equipo de Peña esperaba ganar por 12 puntos porcentuales y se encontró con una ventaja oficial de 6. Victoria poco contundente. Peña apostó después, al estilo salinista, por encarcelar a un pez gordo de la política sindical (Elba Esther/SNTE) y por el desgaste político de López Obrador, cosa que no ha sucedido a juzgar por las encuestas y el último mensaje presidencial con motivo de su tercer año de gobierno, donde la dedicatoria más significativa fue para “la amenaza populista”.
López Obrador apostó, en su estilo franco, por no levantar la mano de Peña como ganador, aunque no lo señaló como ‘presidente espurio’, cosa que sí hizo con Calderón en el tenso 2006. Además, Morena como partido político busca su consolidación institucional. Las visiones de país de Peña (democracia endulzada con aliados –PVEM y PAN- continuidad del neoliberalismo económico y apertura a la inversión extranjera) y López Obrador (democracia plebiscitaria, retorno al municipio, nacionalismo y rectoría del Estado) son antitéticas y distantes. Hablan de rumbos diferentes que no se debaten y sí se eluden.
Recientemente Peña habló del “año de la recuperación económica”, a propósito de cifras favorables en inflación y la creación de empleos, mientras que López Obrador se refirió a “los mismos grupos que controlan el país, y que nos han llevado al despeñadero”; Peña ha planteado que “nadie estará por encima de la legalidad”, mientras que López Obrador se refirió a “legalidades amañadas que lastiman a millones de mexicanos”. Peña pide la confianza de millones de mexicanos para continuar con el esfuerzo de gobierno que traerá –dice que ahora sí- justicia social, mientras que López Obrador pide a los mexicanos “sumarse a su lucha, porque sólo el pueblo organizado puede salvar al pueblo”.
Para reafirmar este cuadro de polarización, Peña enfatizó: “hay que hablar positivo de México”, quejándose de quienes cuestionan su administración y los reprobó en nacionalismo; por contra, López Obrador habla con insistencia de “un país saqueado por la misma mafia y aborregado por medios entreguistas”. En suma: negro y blanco.
Al frente tenemos, como lo comenté recientemente, la posibilidad de un candidato que gane la presidencia con menos del 30 por ciento de los votos.
EL CONCEJO QUE VIENE
FUE EN EL AÑO 1991 cuando en Tabasco hubo tres Concejos Municipales, como resultado de la anulación de las elecciones en Cárdenas, Nacajuca y Macuspana. En ese tiempo, el movimiento de protesta encabezado por Andrés Manuel López Obrador que desembocó en un masivo mitin en el zócalo de la Ciudad de México obligó a desconocer el resultado oficial de las votaciones. Entonces se nombraron concejales, tres por cada municipio y con duración de tres años: en Cárdenas, encabezado por uno del PRD; en Nacajuca, por un “ciudadano sin partido” y en Macuspana, por uno del PRI.
La anulación que ahora se decidió en Centro llevará a la integración de un Concejo Municipal pero sólo de carácter temporal. Quizá como máximo un año. El primer concejal, en la terna que decida el Congreso, tendrá las funciones de presidente municipal; el segundo concejal, hará las veces de síndico de Hacienda, y el tercero, de segundo síndico. Ellos decidirán si ratifican o cambian a la administración actual –descontando por supuesto a los regidores, quienes cesan en su encargo. (vmsamano@yahoo.com.mx)