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* Intereses y privilegios en jaque: patria ¿con barra libre y valores?
* Un ejemplo, la reforma judicial: polarización discursiva en aumento
* Vaivenes republicanos y realidades: la responsabilidad social
Víctor M. Sámano Labastida
Septiembre 19 de 2024.-PARA ABORDAR el concepto de Patria, quizás nada mejor que este poema de José Emilio Pacheco (1966), titulado Alta traición:
No amo mi patria. /Su fulgor abstracto/ es inasible.// Pero (aunque suene mal) daría la vida/ por diez lugares suyos, / cierta gente,/ puertos, bosques de pinos, fortalezas,/ una ciudad deshecha,/ gris, monstruosa, / varias figuras de su historia,/ montañas/ -y tres o cuatro ríos.//
A la abstracción, el poeta opone lugares, personas, historia y territorio.
En septiembre la república se sacudió con la batalla legislativa por la reforma judicial. En los grupos parlamentarios, la palabra patria resonó una y otra vez. Para varios legisladores, en la argumentación de su postura, quienes se les oponen “no forman parte de la patria” o, todavía peor: “son traidores a la patria”.
El concepto “patria” ha sido tan manoseado que es necesario recuperar su verdadero sentido.
Hay que recordar, como hace Pacheco en el poema citado, que las abstracciones requieren materialidad. Y que la Patria (ese amor expresado a personas y un territorio determinado) no debe ser motivo de monopolio. En los días que corren, con impugnaciones jurídicas a dirimir, la moción patriótica debe acompañarse de apego a los hechos y deseo de bien común, a partir de un reconocimiento: hay acciones ineludibles que reclama una mayoría marginada de los beneficios del trabajo colectivo.
VOCES, PERSPECTIVAS
TOMEMOS UN EJEMPLO. La polarización discursiva es innegable en tiempos de cambio. Veamos declaraciones sobre la reforma judicial.
“La reforma judicial fue una venganza brutal del Presidente ante un poder que no pudo someter”, dijo sin pudor Ernesto Zedillo, expresidente que de un plumazo -sin debate alguno- cambió en 1995 la estructura de la Suprema Corte, que pasó de 24 ministros a 12, en lo que algunos juristas llamaron golpe de Estado técnico. “Los que se oponen a la reforma judicial quieren que se mantenga la corrupción”, reviró el Presidente López Obrador, siempre directo y sin matices; “es necesaria la reforma judicial y significa cumplirle al pueblo”, expresó la Presidenta electa Claudia Sheinbaum.
“AMLO manchó su plumaje con la reforma judicial”, juzgó el panista Germán Martínez, legislador que tuvo ‘plumaje guinda’ a conveniencia y por poco tiempo; “la justicia mexicana era ya una casa en ruinas, que a muy pocos protegía”, planteó Vanessa Romero, analista y abogada de afinidad 4T; “No es la reforma de AMLO, es del país”, manifestó Ciro Gómez Leyva, crítico 4T, en generalización obvia; “el poder judicial tiene vicios del siglo XIX, y no se le había tocado de fondo en el siglo XX”, precisó el historiador Lorenzo Meyer; “Claudia, con más piedras en el camino por reformas que le heredan”, advirtió Carlos Pérez Ricart, analista que a últimas fechas ve nubarrones en la 4T.
“Se abren las ventanas del poder judicial con la nueva reforma. Es viento de justicia en un poder público que concentraba nepotismo y permitía abusos de los más poderosos”, valoró el abogado Mario Bracamontes.
Otra vez: dos versiones de país.
NARRATIVA Y PATRIA
INTUICIÓN: cuando hay injusticias prolongadas son inevitables los cambios judiciales. Escribe Elías Canetti: “La humanidad, como todo, no podrá jamás volver a conformarse”. La narrativa mediática no maneja este enfoque. Las élites económicas se sienten amenazadas por la reforma judicial. Todo privilegio se atrinchera; toda injusticia termina por rebelarse.
Sobre la posibilidad de cambios positivos por la reforma judicial, véase el enfoque Canetti: “Ningún tonto, ni ningún fanático me va a quitar jamás el amor a todos aquellos a quienes les han ensombrecido y recortado los sueños”. El ciudadano sin justicia cotidiana fue quien se volcó en las urnas, y a éste se le cumplió, como lo apuntó Sheinbaum. Y algo más: se le cumplió en libertad. Canetti de nuevo: “la palabra libertad sirve para expresar una tensión muy importante, quizás la más importante de todas: los esclavos liberarán a los señores”. Este giro ético, desde luego, no lo ven los actores tradicionales.
La república cambió leyes desde el Poder Legislativo. Es correcto. Canetti sobre el Parlamento: “ante los ojos de todos, tiene lugar lo que de otro modo permanecerá secreto”. Dato histórico: la transmisión legislativa del martes 10 de septiembre -jornada maratónica de debate, portazo, cambio de sede y aprobación- registró la mayor audiencia para el canal del Congreso.
Sobre el concepto de Patria, tan traído y llevado, veamos otro poema, del catalán Salvador Espriú (1973). José Emilio Pacheco dijo que Espriú lo hizo mejor y que “la poesía se hace entre todos”. Como la Patria.
Harto estoy de mi vieja tierra, / de mi país cobarde y salvaje. / Cómo quisiera ir hacia el norte./ Allí me dicen que la gente es limpia,/ noble, culta, feliz, rica, despierta./ En la congregación/ me desaprobarían mis hermanos./ “Como ave que deja el nido/ es el hombre que parte de su lugar”. /Y yo, a lo lejos, cómo iba a reírme/ de la ley y la antigua sabiduría/ de este mi pueblo yermo.
Pero no cumpliré nunca mi sueño/ y aquí voy a quedarme hasta la muerte./
Pues yo también soy cobarde y salvaje/ y amo con un desesperante dolor
mi patria pobre, sucia y desdichada”.
Una patria noble y generosa debe ser nuestro objetivo.
(vmsamano@hotmail.com)